Sobre
el valor simbólico y la lectura figurativa en ideogramas
de solución abstracta
José Ramón
Alonso * joseramon_alonso@hotmail.com
Todo parece indicar que las pinturas rupestres
aborígenes de las cuevas de Punta del Este, Cuba, acusan
la existencia de un sistema de signos ideográficos inteligentemente
articulados (Alonso, 1992). El estudio de sus relaciones internas,
así como las variantes que ellos recrean -de posición,
de relación o de situatividad entre los propios signos y
entre los signos y el contexto topográfico- así lo
hacen ver.
Ahora, cómo plantearse la lectura de
estos murales rupestres. Según tesis de Frantisek Miko (1988)
para el análisis del texto literario, un sistema expresivo
contempla dos subsistemas: el de la operatividad y el de la iconicidad.
Si tenemos en cuenta las generalidades que establece este autor,
podríamos llegar a una primera deducción.
Como texto, el sistema de ideogramas rupestre
de Punta del Este funciona hoy a medias, porque se ha perdido la
operatividad del discurso y, por lo tanto, el significado del mismo.
Tenemos el símbolo, pero no lo que representa. Una imagen
que esconde el concepto. De modo que sólo poseemos, y no
siempre ni en la misma medida, el modelo de la iconicidad con su
simbología y algo de su lógica. Dos últimos
aspectos que he ido desbrozando a lo largo del estudio de estas
pinturas indoantillanas (Alonso, 1992).
Ahora, esta irregularidad por la posesión
de la simbología y de la lógica del modelo icónico
va a estar dada, entre otras, por una razón muy evidente:
la "lectura" de un pictograma aborigen es, en la actualidad,
el resultado de un análisis que está condicionado
por nuestra formación extraña al momento socio-histórico
en que fue creado dicho icono. Es el fruto de un análisis
a posteriori y, por lo tanto, desenfocado. Es decir, se trabaja
sobre el efecto plástico que provoca la representación,
pero se desconoce la causa o el motivo original de la representación.
Por otro lado, y directamente referido al valor
simbólico, existe una falaz relación que establece
la calidad simbólica de la obra indígena a partir
del referente que ella denote. Un paradigma que ejemplifica el hecho
es la pintura realista del Franco-cantábrico. En ésta,
el razonamiento contemporáneo asume estas pinturas, automáticamente,
como diseños de alto valor simbólico por cuanto se
reconoce su móvil desde el punto de vista plástico:
la reproducción, a veces de un naturalismo sorprendente,
de la figura animal. Una creación pictórica, sin embargo,
que está subordinada a una muy cercana relación del
hombre con el modelo vivo de las distintas especies de la fauna
que representó. Sin embargo, en las "lecturas"
que se hacían de estos murales generalmente se desechaba,
desde el punto de vista igualmente simbólico, aquellos elementos
abstractos -geométricos o no-, los cuales no tienen un referente
identificable.
Esta última situación caracteriza
al arte rupestre de Punta del Este y su (im)posibilidad de lectura.
No podemos hoy inferir el motivo real que mueve a la representación
del símbolo, pues el resultado es una expresión abstracta
de orden geométrico lineal. Sin embargo, sí podemos
deducir su valor simbólico desde la perspectiva del propio
diseño como representación sensible: la proporción,
el ritmo, la simetría, la armonía, la composición,
el tamaño, la posición, la expresividad de las áreas,
el color, la relación con el contexto topográfico,
elementos todos que expresan su calidad simbólica y cualifican
un estilo (Alonso, 1990).
A ello se puede sumar otros aspectos inherentes
a la propia actividad simbólica, por ejemplo: la selección
de un lugar adecuado para la plasmación del signo; o también
aquel elemento sacro-lúdico que se origina en el momento
de la propia creación. Cuando estudiaba el conjunto ilustrado
en la lámina 1, aquel que contiene las características
que definen al arte rupestre de líneas inconexas (Maciques,
1991), me venía a la mente un rasgo de carácter simbólico
que ellos reservan: y es ese estado emotivo que pudo suscitar en
el hacedor el acto de hacer destacar, de entre la infinita indiferenciación
de las rugosidades calizas, aquellos pequeños rasgos irregulares
de la piedra que, al ser resaltados por el color negro, creaba la
expectativa de la futura grafía a elaborar.
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Lám.1 |
Existen autores que, aún reconociendo
el valor simbólico que muestran diseños de solución
abstracta, fuerzan el acto interpretativo otorgándole a algunos
de estos conjuntos el carácter de dibujos figurativos, tanto
antropomorfos como zoomorfos. Dibujos como los que aparecen en la
lámina 2 son objeto de estas antípodas valoraciones.
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Lám.2 |
Si bien Fernando Ortiz mantuvo la máxima
de "leer" que el arte de Punta del Este, "todo el
simbolismo y sin esfuerzo realista, trata de representar por emblemas
simples y casi exclusivamente lineales y geométricos sus
conceptos de lo sobrenatural, quizás antropomorfizados o
zoomorfizados en los mitos de sus mentes pero no en las expresiones
plásticas de su arte" (1943:133), otros reconocidos
autores como Herrera Fritot, Antonio Cosculluela, Royo Guardia y
Núñez Jiménez, tradujeron a expresiones figurativas
algunos de estos "emblemas".
Y es que resulta improbable esta interpretación,
máximo cuando no existe en ninguna de las cinco cuevas de
Punta del Este lo que podríamos llamar una evolución
de las formas, desde la figuración a la abstracción
o viceversa, propio de algunos ejemplos del arte rupestre de otras
regiones del mundo; y ello desde el punto de vista cualitativo.
En lo cuantitativo, de los más de 230 dibujos y conjuntos
de dibujos pertenecientes a este sitio arqueológico, sólo
han podido determinarse (de manera especulativa, lógicamente)
14 diseños figurativos como a continuación cito.
Para Herrera Fritot, los cuatro conjuntos de
líneas concéntricas circulares a manera de efigie
son representaciones de caras (lámina 3).
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Lám.3 |
Incluso, para el caso del dibujo ilustrado en
la lámina 4, Fritot anotó que este es un "tipo
de lemniscata, formando una cara de cuatro círculos concéntricos,
con los ojos, simples, al centro, unidos por un arco inferior, que
simula la boca. La rodea una serpiente (...) que se recurva en arco
estrecho sobre la cara, con su cabeza formada por un pequeño
círculo doble" (1938: 57). Núñez Jiménez
difiere de esta explicación y plantea "que la parte
envuelta por la serpiente sea su propia cabeza" (1947: 219).
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Lám.4 |
Otra interpretación figurativa se debe
al diseño de la lámina 5. En este ejemplo Fritot describió
la representación de un dibujo fálico entre series
de líneas concéntricas circulares, lectura en la que
se apoya Núñez para interpretar la unión de
símbolos masculinos y femeninos, amén de que en esta
zona del mural -al decir de Núñez- los rayos del sol
inciden en tiempos de primavera.
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Lám.5 |
Sucede que siempre que percibimos una imagen
abstracta, nuestros sentidos rápidamente actúan sobre
la organización de este diseño buscando un reconocimiento.
Es decir, en todo momento y por muy abstracto que sea un diseño,
buscamos determinados elementos, desechando otros, que nos procure
la reconstrucción de una imagen sabida. El caudal de imágenes
que incorporamos a través de nuestra experiencia nos ofrece
la posibilidad de este entendimiento. Vale anotar que el hecho,
generalmente, resulta un acto inconsciente.
El ejemplo más evidente y cotidiano de
esta situación lo tenemos cuando miramos a las nubes. Vemos,
por lo general, cosas y conjuntos de cosas que conocemos. Siempre
he observado y nítidamente el perfil de un hombre en la obra
que, arbitrariamente, considero lo más representativo desde
el punto de vista teórico y plástico del arte abstracto
del pintor ruso Basilio Kandinsky: Amarillo-Rojo-Azul. Así
suele suceder.
En las pinturas de la lámina 2 (A, B,
C, y D), muchos autores coinciden en la representación de
imágenes antropomorfas, haciendo, en muchos casos, comparaciones
con similares diseños que aparecen en otras zonas de arte
rupestre geográficamente distantes. El D, al estar pintado
en el techo, permite hacer más de una interpretación:
al extenderse horizontalmente adquiere una apariencia pisciforme
según anotan otros autores.
Con respecto a estos cuatro diseños vale
corregir un testimonio de Núñez Jiménez. En
el informe que éste realizara en 1947 concluye "que
las tres representaciones humanas de Punta del Este están
dibujadas en rojo" (: 230). Sin embargo, Jiménez describe
una "figura humana extraordinariamente estilizada" y roja
en el Motivo Central de la Cueva Número Uno (lám.2-A);
dos figuras antropomorfas rojas, "estilizada" una, "como
un ser humano no muy estilizado" la otra, en la Cueva Número
Dos (lám.2 D y B respectivamente); y una "figura humana
estilizada" y roja en la Cueva Número Tres (lám.2-C).
Las que sumarían cuatro y no tres "representaciones
humanas en Punta del Este", como resumía en su informe.
Así, asegura que "las pictografías de las tres
cuevas de Punta del Este, en nuestra creencia fueron verdaderas
representaciones totémicas, muy avanzadas en sus estilizaciones
por sus adelantos artísticos-pictóricos" (1947:
241).
Sin embargo, y volviendo al motivo D de esta
lámina 2, este diseño parece representar la articulación
de dos (o tres) de los ideogramas bien recurrentes en estos murales.
Articulación de anillos concéntricos, arcos y trazos
angulares a partir de una relación de corta distancia, tangencialidad
o superposición. Este modelo de articulación de signos
se puede hacer extensiva a otros conjuntos pictográficos,
tal y como se ilustra en la lámina 6.
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Lám.6 |
La necesidad de reconocer algo en estas pinturas
a veces lleva al investigador a soluciones muy atrevidas. Es el
caso de los diseños E y F de la lámina 2, que para
poder ser interpretados como figurativos, Núñez Jiménez
se ve en la necesidad de alterar la posición vertical que
originalmente tienen en la pared-soporte. De tal forma que el primero
se le asemeje a la coraza de un quelonio y el segundo a un perro,
según anota en su informe de 1947 y mantiene en su obra Cuba:
dibujos rupestres de 1975. Considero que este primer esquema (E),
a pesar de su diferencia con el resto de los ideogramas (por su
forma y trazado muy fino), evoca a los signos semicirculares o arcos
concéntricos. El segundo esquema (F) se encuentra situado
muy cerca de la entrada de la Cueva Número Uno; esta situación
lo hace víctima de las inclemencias del tiempo, por lo que
pudiera ser los restos (o "vestigios", como anotara Fritot
en 1938) de un conjunto mucho más complejo, situación
extendida al próximo litograma.
La pintura G de la lámina 2 es, al decir
de Núñez, "muy común en el arte rupestre
sudamericano y antillano y que generalmente (...) simboliza a la
rana" (1975:82).
Finalmente, los dos esquemas (lámina
2-H), representan, al decir de Fritot, características zoomorfas
con prominencias superiores "a modo de orejas de ratón"
(1938:57).
Los últimos seis pictogramas, por lo
tanto, resultarían aparentes representaciones zoomorfas.
Situación que fundamenta el planteamiento de algunos autores
cuando aseveran la presencia de representaciones totémicas
en el arte rupestre de Punta del Este. Yo no creo que sea así,
pero tampoco me creo capacitado para dar la última palabra.
No la tengo. Me inclino más por la interpretación
de Ortiz sobre la presencia gráfica de un culto astrolátrico,
y no por la interpretación misma, sino, más bien,
porque Ortiz respeta la solución abstracta de estos dibujos.
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo
citar este artículo: Alonso,
José Ramón. Sobre
el valor simbólico y la lectura figurativa en ideogramas
de solución abstracta.
En Rupestre/web, https://rupestreweb.tripod.com/simbo.html
2002
FUENTES
Alonso Lorea, José Ramón
(1990): "Para redimir la huella de una cultura" (inédito).
Primer encuentro teórico internacional sobre la plástica
del Tercer Mundo, auspiciado por el Centro Wifredo Lam. Ciudad de
La Habana, Cuba.
- - - - - - (1992): "El arte mural indio
en Punta del Este: estética y símbolo, estructura
y análisis". Tesis de Grado. Dr. Esteban Maciques, tutor.
Departamento de Historia del Arte, Facultad de Artes y Letras, Universidad
de La Habana, Cuba.
Herrera Fritot, René (1938): "Informe
sobre una exploración arqueológica a Punta del Este,
Isla de Pinos, realizada por el Museo Antropológico Montané
de la Universidad de La Habana. Localización y estudio de
una cueva con pictografías y restos de un ajuar aborigen".
Universidad de La Habana, año 3, nos.20-21, La Habana, Cuba,
: 25-59.
Maciques Sánchez, Esteban (1991):
"La variante de líneas inconexas en el ordenamiento
estilístico del arte rupestre cubano" (inédito).
Museo Antropológico Montané, Universidad de La Habana,
Cuba.
Miko, Frantisek (1988): "Un modelo
semiótico-comunicacional del texto y del estilo". Criterios.
Estudios de teoría literaria, estética y culturología,
nos. 21-24, Tercera época, ene. de 1987 - dic. de 1988, Ciudad
de La Habana, Cuba, : 20-32.
Núñez Jiménez, Antonio
(1947): "Nuevos descubrimientos arqueológicos en Punta
del Este, Isla de Pinos". Universidad de La Habana, año
XII, nos.73-74-75, jul.-dic., La Habana, Cuba, : 213-247.
- - - - - -(1975): Cuba: dibujos rupestres,
Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, Industrial Gráfica S.A.,
Lima, Perú.
Ortiz Fernández, Fernando (1943):
Las cuatro culturas indias de Cuba. La Habana, Cuba.
El autor
JOSÉ RAMÓN ALONSO nació el
14 de octubre de 1963 en la Ciudad de La Habana, Cuba. / Licenciado
en Historia del Arte por la Universidad de La Habana (UH) -1992.
/ Profesor de Historia del Arte de la Facultad de Artes y Letras
de la UH -1993/1996. / Investigador y Curador del Departamento de
Investigaciones y Curadurías del Museo Nacional (MN), Palacio
de Bellas Artes de La Habana -1993/1996. / Jefe de la Colección
Pintura Cubana de los años cuarenta del MN -1995/1996./ Investigador
independiente. / Ha publicado artículos sobre arte en revistas
especializadas. Colabora con la Organización de Estados Iberoamericanos
(OEI) como autor de dos capítulos sobre "Arte Caribeño"
para una Historia del Arte Iberoamericano. / Actualmente
reside en España. E-mail: joseramon_alonso@hotmail.com
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