Historia
de los procesos de documentación de arte rupestre en Colombia
Diego Martínez
Celis
Investigador
de arte rupestre. Diseñador Gráfico. Universidad Nacional
de Colombia.
Correo electrónico:
ciudadanomartinez@yahoo.com
Ponencia presentada en el IV Congreso Internacional
de Arte Rupestre, Cochabamba (Bolivia), 1997. Publicada en Revista
Rupestre No.2, agosto de 1998
Abstract: A history of the processes of transcription
of rock art in Colombia. Rock art research in Colombia has developed
in a slow and precarious way. Since the late 19th century, the study
of this art has become more complex. Even today we are not able
to accurately define it. The impossibility to relate it to specific
archeological contexts and its under-valued esthetic worth, a product
of inherited cultural prejudices, have contributed to official and
academic misunderstanding. On the other hand, the finding of many
new zones, and the necessity to implement accurate documentation
methods, has forced a limited number of part-time researchers to
confront current problems in rock art research, but they are nearly
always limited by personal time restrictions.The irregular evolutionary
process of investigation and the lack of printed material available,
(mostly written during the first half of this century), have been
the main reasons the international community knows little about
in-country investigations.
En 1924 Miguel Triana publica en La Civilización
Chibcha la interpretación que le sugieren lo signos
pictográficos de la roca de Pandi (Cundinamarca); de uno
de los motivos el autor afirma: ...está dividido
en seis cuadratines, cada uno de los cuales encierra dos signos
cursivos, de tan limpios perfiles que hacen desaparecer la hipótesis
de que pudieran ser el resultado del capricho casual del pintor.
Nueve de las veinticuatro letras del alfabeto griego descubre allí
el ojo maravillado del observador.(Fig.1) . Cuando
el lector desprevenido observa la transcripción gráfica
que acompaña esta afirmación no le queda otro remedio
que, al igual que Triana... maravillarse. La roca o Piedrapintada
de Pandi fue una de las primeras en reseñarse en el país
(durante los viajes realizados por la Comisión Corográfica,
1850-59), de ella y de algunas otras rocas Manuel María Paz
realiza las primeras transcripciones (acuarelas) de monumentos rupestres
en el país. Al observar dicha transcripción (fig.2)
y compararla con la que Triana publica 70 años mas tarde
se deduce que el autor no conoció la roca in situ , los motivos
de la pictografía los tom— de la acuarela, que aunque resulta
aproximada en cuanto a la configuración de los motivos es
equívoca en la escala y en la lectura tergiversada de algunos
sectores, en uno de los cuales Triana cree ver letras del alfabeto
griego, lo que le da pie para apoyar sus teorías hiperdifusionistas.
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Fig.1.Piedrapintada
de Pandi. Dibujo de Miguel Triana, 1924 |
Fig.2.Piedrapintada
de Pandi. Acuarela de Jose Maria Paz, mediados del siglo
XIX. |
Fig.3.Piedrapintada
de Pandi Fotograma de Guillermo Muñoz,1980. |
Si bien, no es del caso presentar en este artículo una crítica
a los criterios que han ido configurando las hipótesis sobre
la significación y función del arte rupestre colombiano
a través de la historia de su investigación, si resulta
pertinente esclarecer cuáles han sido las principales carencias
que de métodos y técnicas de transcripción
ha adolecido, esto con el fin de vislumbrar la implicación
de dichos criterios en las consecuentes tesis que se han generado
en torno a la problemática del arte rupestre nacional.
En 1980 Muñoz et al visitan la roca de Pandi como parte
de un plan de revisión del inventario bibliográfico
existente, la desproporción no pudo ser mayor, las magníficas
dimensiones (6 m.de altura) que presentaba el levantamiento de la
Comisión Corográfica se vieron reducidas a un pequeño
(1,80 m), aunque no menos imponente panel pictográfico, y
las letras griegas que creyó identificar Triana resultaron
ser no mas que otro de los ininteligibles signos de la iconografía
rupestre del altiplano cundiboyacense (fig.3). Como éste
existen infinidad de casos en los que se reparó que la transcripción
que del motivo rupestre hace el dibujante, siempre ha estado condicionada
por su percepción, por lo que se termina presentando una
versión diferente del original. Tal parece que para los primeros
investigadores el dibujo no resultaba escencial para la presentación
de sus trabajos, hasta se puede afirmar que sólo presentaron
el material que se adaptada a la comprobación de sus hipótesis.
Durante esta primera etapa de la investigación vale la
pena rescatar el trabajo de Lázaro María Girón,
diplomático y viajero de finales del s. XIX quien realizó
una visita a la zona de Chinauta y Anacutá (1882) y reseñó
varias rocas con la intención de buscar y copiar las
antiguas inscripciones indígenas y presentar un informe
descriptivo de lo hallado; éste es tal vez el primer intento
juicioso de elaboración de un inventario de vestigios rupestres.
En dicho informe, Girón no sólo describe la ubicación
exacta de las rocas sino que realiza cuidadosos levantamientos de
los motivos y principales rasgos (fig.4).
Hacia 1885 se presentan otros intentos aislados de transcripción
como el caso de las planchas con dibujos de petroglifos de la Sierra
Nevada de Santa Marta elaborados por el escritor Jorge Isaacs (fig.5).
En ellas el autor transcribe, con un estilo muy particular, los
diseños y aunque intenta por primera vez una similitud con
la textura de los trazos, el resultado es confuso ya que no se delimitan
bien los contornos y se presentan carentes de contexto (forma de
la roca y distribución espacial de los motivos).
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Fig.4.Petroglifo
Hacienda Anacuta.. Dibujo de Lazaro Maria Girón.1882 |
Fig.5.Petroglifo
Sierra nevada de Santa Marta. Dibujo de Jorge Isaacs, 1885 |
Si bien, Triana es el primer investigador en presentar un álbum
gráfico, sólo se concentró en los motivos pictóricos
y le prestó poca importancia a la roca como totalidad, sus
dibujos carecen de fidelidad y proporción (sólo presenta
parcialidades de los murales). El problema aqu’ no es sólo
el de advertir sobre la inexactitud de dichas transcripciones, sino
que la mayoría de ellas sirvió para ilustrar y sustentar
trabajos posteriores que por ende repitieron el error (Pérez
de Barradas,1941; Nuñez Jiménez,1959; Cabrera Ortíz,1968;
etc.) Inclusive hoy en día muchos textos de carácter
divulgativo y pedagógico siguen publicando dichos dibujos
sin advertir el error(1).
Darío Rozo en 1938 publica Mitología y escritura
de los Chibchas, un curioso texto en el que demuestra
el cáracter alfabético de los signos rupestres y descifra
el significado de algunos conjuntos pictográficos, todos
basados en algunas planchas de Triana (fig.6)
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Fig.6.Traducciónde
algunos signos rupestres, segun Dario Rozo, 1938 |
Un trabajo poco conocido y presentado sólo parcialmente,
lo constituyen los levantamientos de cientos de pictografías
del altiplano cundiboyacense realizadas por Uribe, Borda y Müller
(1938); al parecer, fueron estos investigadores los primeros en
utilizar una cuadrícula para documentar proporcionalmente
los motivos rupestres. (figs.7,8).
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Fig.7.Pictografia..
Dibujo de Uribe y Borda.1938 |
Fig.8.Grafitti
autografo de los investigadores Uribe y Borda, sobre una roca
del parque La Poma (Suacha) |
En 1941 aparece el primer estudio que pretende recopilar la información
existente sobre yacimientos rupestres, El arte rupestre en Colombia
de José Pérez de Barradas, es un inventario bibliográfico
donde reaparecen transcripciones de Triana, Liborio Zerda (1882)
y otros informantes esporádicos. Uno de los aportes de esta
investigación es la publicación de material fotográfico
(fig.9). Esta técnica, que para la mitad del siglo
no era nueva, si representó un significativo aporte al inventario
rupestre de algunos sitios (Facatativá) que en la actualidad
están tan alterados que dichas fotografías constituyen
la mejor muestra de lo que fueron y del grado de deterioro que han
alcanzado (fig. 10). Aunque son evidentes las limitaciones
técnicas, tanto de toma como de reproducción de estas
fotografías, es de resaltar la intención del autor
por querer mostrar los motivos rupestres (pictografías) en
su entorno y verdaderas proporciones. En los años 50' Ghislletti
en Los Mwiskas describe nuevas rocas, pero sólo presenta
algunas fotografías, muy deficientes, de sectores aislados.
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Fig.9.Pictografía
(Facatativa). Fotografía de J. Perez de barradas, 1941. |
Fig.10.El mismo
panel pictogáfico de la fig.9 en su lamentable estado
de conservación actual. D. Martínez, 2000. |
Para finales de la década del 60 parece reactivarse la
investigación con la aparición de nuevas reseñas
y la aplicación de técnicas arqueológicas para
la transcripción. Eliécer Silva Celis en el Libro
Azul (1968) además de presentar una perspectiva audaz
acerca del simbolismo y significación del arte rupestre,
presenta un paralelismo gráfico entre motivos precolombinos
(cerámica, orfebrería) y motivos rupestres panamericanos.
Para ilustrar algunas de sus teorías presenta el primer levantamiento
fotográfico de un petroglifo (El encanto, Caquetá),
en el que se aprecia la utilización del tizado o blanqueado
de los surcos para obtener contraste entre los motivos y la superfície
de la roca . Al tiempo que incluye en un anexo el dibujo a escala
de la totalidad de los motivos del yacimiento -pared rocosa- (fig.11,12).
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Fig.11.Petroglifo El
encanto. Transcripción a escala de E. Silva Celis,
1968.
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Fig.12.Petroglifo El
encanto. Fotografía y tizado de E. Silva Celis, 1968.
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Wenceslao Cabrera Ortíz realiza levantamientos a escala
apoyándose en una cuadrícula y elabora algunas láminas
en que describe la situación del yacimiento y, de manera
muy esquemática, los perfiles de las rocas y su distribución
en el terreno (figs.13, 14).
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Fig.13.Petroglifo
de Sasaima. Transcripcion a escala de W. Cabrera Ortíz,
1968. |
Fig.14.Conjunto de rocas.
Dibujo de W. Cabrera Ortíz, 1968.
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Con estos dos trabajos parece concluir la serie de trabajos monográficos
que pretendían elaborar las tésis generales sobre
la problemática rupestre en el país. Cada investigador
retomaba los trabajos de sus antecesores e incorporaba nuevos elementos
y zonas a la discusión, pero este intento de generalización
parece haber sido el principal obstáculo para pensar en la
singularidad de cada zona, de cada yacimiento, de cada roca, de
cada motivo. Desinterés y superficialidad para aplicar criterios
rigurosos de transcripción han sido patrón común
a todas las investigaciones, hecho que ha generado el gran vacío
documental del que adolece hoy en día el estudio del arte
rupestre en el país. Al revisar muchas de las zonas que han
sido reseñadas, Muñoz et al pudieron constatar que
alrededor de cada roca descrita existía una gran concentración
de yacimientos que no fueron siquiera nombrados. Ejemplos como los
de la zona de Suacha-Bosa (descrito el 10% de lo existente), El
Colegio (descritas 17 rocas y halladas hasta la fecha algo mas de
500), Tibacuy y Anacutá (6 rocas de 50), son claramente ilustrativos
de la alta densidad de manifestaciones rupestres que yacen en territorio
colombiano, y no solamente es de resaltar el número, sino
la compleja variedad y particularidad de cada una de las zonas.
Con lo anterior sólo queda claro el incipiente estado en
que se hallan los procesos de documentación y de investigación
con criterios descriptivos.
Para la década de los 70 se perfilan nuevos rumbos y criterios
de investigación. Se empieza a percibir que la problemática
del arte rupestre no puede ser abordada sin el concurso de otras
disciplinas (geología, etnohistoria, topografía, etc.),
adhiere la discusión internacional y se torna mas humilde
al aceptar lo distante que se halla de esclarecer su origen, sentido
y función; al advertir la urgencia de desarrollar nuevas
y más eficaces técnicas de documentación, no
sólo para apoyar estudios sino para elaborar inventarios
proyectados a programas de conservación. Un claro ejemplo
es el levantamiento de un sector de los petroglifos del río
Caquetá (Pedrera-Araracuara) realizado por Elizabeth H.R.
Von Hildebrand y publicado por el ICAN en 1975, en él se
implementa por primera vez la técnica del frotamiento o Rubbing
(frottage), aunque en muy pocas rocas, para transcribir la apariencia
de los trazos del grabado, al mismo tiempo se presentan levantamientos
generales en planchas y fotografías con los surcos resaltados
en blanco.(fig.15). Este estudio, que pretendió ser
un modelo de procedimiento descriptivo, terminó, al parecer,
rindiéndose a los mismos vicios en que han recurrido todos
los anteriores; la propia autora afirma: ... se fotografiaron
entre un 80 a 90% de los petroglifos, seleccionados según
el criterio de descartar figuras peque–as que parecían borradas,
o no muy significativas con relación a las demás.
Este criterio de selección implica que existe
un condicionamiento de la percepción motivado por prejuicios
no justificables para una labor científica de registro, el
hecho de descartar la descripción de algunos motivos por
que no parecían muy significativos solo demuestra
la falta de rigor con que se asumen estos trabajos.
Para los últimos años son cada vez más escasos
los estudios descriptivos que se realizan. Alvaro Botiva C. (1986).
presenta algunas fotografías en el informe sobre las pinturas
del río Guayabero y cita posibles métodos de transcripción
(calcos y estereofotogrametría) que deberían aplicarse
para un adecuado levantamiento, pero estos no son llevados a cabo.(fig.16)
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Fig.15.Petroglifo La pedrera-Araracuara.
Transcripción de Elizabeth Von Hildebrand, 1975. |
Fig.16.Pictografía
en Guayabero.Fotografía de Alvaro Botiva, 1986. |
Con la elaboración de varias tésis de grado (Inés
Elvira Montoya ,1975; Silvia Botero y Menno Oostra, 1977) se percibe
un creciente interés en el arte rupestre por parte de los
medios académicos, especialmente en las facultades de antropología,
pero a pesar de las buenas intenciones nunca se lograron crear verdaderos
criterios metodológicos que resistieran aplicaciones posteriores,
las técnicas empleadas (fotografías y dibujos a escala)
nunca alcanzaron la calidad necesaria para convertirse en documento.
Investigaciones recientes como la de José V. Becerra en la
región de Ventaquemada,Boyacá (1990) muestran una
nueva, aunque excepciona,l tendencia a realizar registros mas detallados
(forma de la roca, orientación, calco de pictográfias,
escala, ubicación). Sin embargo, al revisarse el trabajo
publicado, se observa que dicho material se ha rendido a una limitante
que ha sido común a otras investigaciones: la escala en la
que se publica el material gráfico no posee la suficiente
resolución para convertirse en un veráz documento
de consulta.(fig.17)
|
Fig.17.Pintura rupestre No.,35
en Samacá. Ilustración que describe la roca, los
motivos rupestres, su escala y orientación. J.V. Becerra,
1990. |
En los ultimos años G.Muñoz, J.Trujillo, D.Martínez,
C.Rodríguez, P.Arguello y J. Roncancio crearon un equipo
interdisciplinario bajo el seudonimo de "GIPRI" con la
intención de percibir la problemática rupestre desde
diferentes perspectivas. En 1993 (2)
se organizó la ficha de registro de rocas, como respuesta
al estudio de las tradiciones de investigación. El objetivo
de esta ficha era corregir los trabajos de los investigadores anteriores
en los siguientes aspectos:
1) Presentar una ubicación cartográfica que permitiera
conocer el lugar exacto donde se encuentran las rocas.
2) Generar una hoja con cuadrícula que permitiera dibujar
la roca y sus condiciones espaciales. Cada una de las rocas debería
ser documentada en planta y alzado y con ello dar una idea de la
forma, del estado y ubicación de los pictogramas. Los dibujos
realizados deber’an tener todas las dimensiones y la inclinación
de las rocas in situ. Del mismo modo, se incluyeron datos sobre
su orientación. Los pictogramas deberían ser reseñados
por un dibujante quien tomaría las dimensiones precisas de
cada uno de los trazos y sus formas, tratando de copiar las proporciones
y las figuras tal y como aparecían en la roca. Del mismo
modo, el trabajo del fotógrafo debería ser los mas
profesional posible en cuanto a la calidad del material y a la evacuación
ordenada de las figuras.
3) Realizar in situ algunas observaciones sobre las figuras y
comentarios de cada uno de los sectores (grupos pictóricos)
que posee cada roca. Finalmente, hacer algunos comentarios (por
ejemplo, especulación general sobre localización de
la roca y de los dibujos mismos) que pudieran en el futuro dar pautas
para contextualizar los motivos rupestres encontrados.
Con todos estos datos se pretendía tener un levantamiento
de cada una de las rocas supliendo así las deficiencias de
los trabajos anteriores. La ficha actual (3)
es el resultado de la transformación de esta ficha de campo
inicial. El resultado final es que la ficha ha diversificado los
temas y ampliado aspectos. La descripción de los yacimientos
rupestres presentes en la ficha es la síntesis de diversos
trabajos de documentación (fig.18).
Fig.18.
Algunos formatos de la Ficha de registro propuestas para el
proyecto de documentación del parque arquológico
"Piedras de Tunja" en Facatativá. |
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Ficha de localización. |
Ficha de registro de
Sitio. |
Ficha de registro de
grupos. |
La revisión de la bibliografía existente puso entónces
de manifiesto los errores cometidos por los investigadores anteriores
al confrontar sus versiones con los originales. Se percibió
entonces la urgencia de implementar sistemas de documentación
más rigurosos; con el gradual mejoramiento de las técnicas
fotográficas, la incorporación y adaptación
de métodos de documentación internacionales y la aplicación
de procesos digitales de manipulación de imagen (figs,
19 y 20), se ha venido desarrollando una dinámica que
permite, en la actualidad, contar con una metodología y un
formato básico de registro de manifestaciones rupestres .
Fig.19.
Resalte y corrección digital de pictografía. Piedra
de Fusca (Chía). |
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Fotografía original |
Fotografía del
mismo grupo pictórico después del realce y corrección
de color. Por D. Martínez. |
Fig.20.
Transcripción de petroglifos. Piedra del palco (Tibacuy) |
|
Frottage de un sector de la
cara superior de la roca.
|
|
Digitalización con efecto de relieve
y resalte de niveles de profundidad a partir del frottage.
Por D. Martínez.
|
La utilización de nuevas tecnologías en la descripción
es apenas un paso lógico en la evolución de los procesos
de investigación. A pesar de la versatilidad de los procesos
digitales, es importante aclarar que la transcripción de
motivos rupestres, debe abordarse desde diferentes técnicas
y en lo posible no privilegiar una sola. La elaboración de
dibujos, frottages, calcos, fotografía y video, siguen siendo
imprescindibles y deben interrelacionarse bajo predeterminadas normatizaciones,
que permitan la elaboración de catálogos coherentes.
Tal parece que cada día es mas grande la brecha que nos
separa del esclarecimiento del enigma rupestre, cientos de teorías
antagonizan o se interrelacionan para liderar su explicación
a nivel internacional, lo único seguro es que los grabados
y pinturas están allí y este legado cultural está
expuesto no solo al deterioro por la acción de los elementos
naturales sino a la que causa el hombre, la mayoría de las
veces, por simple ignorancia. Se hace necesario entonces, incrementar
esfuerzos para diseñar verdaderas estrategias de rescate,
pensadas desde la conservación y consolidación de
la roca y los motivos, hasta la elaboración de completos
inventarios unificados bajo un mismo criterio descriptivo. El esfuerzo
realizado por los investigadores que han afrontado la problemática
rupestre en estos cien años, se ha visto eclipsado por la
falta de rigor en la documentación, tal vez agobiados por
la urgencia de elaborar interpretaciones y plantear apresuradas
hipótesis que saciaran la agobiante sed de respuestas que
plantea el enigma pétreo. Ya no es posible pretender, por
ejemplo, elaborar cuadros de recurrencias tipológicas de
una región determinada(4)
con el estudio y descripción de sólo un pequeño
porcentaje de las rocas existentes, ni mucho menos plantear teorías
difusionistas por la simple observación de similitudes formales
entre dos rocas separadas entre sí por cientos de kilómetros(5).
La propuesta de elaborar juiciosos procesos desctriptivos y la creación
de archivos sistematizados de registro, son en últimas, sólo
la primera instancia de un proceso que tiende a rehacer sus malos
pasos, y que sin subestimar el importante trabajo de los pioneros,
se proyecta hacia el futuro asumiendo un nuevo rol tal vez más
discreto pero no por eso menos ambicioso.
NOTAS
1. Textos escolares en las áreas de español
y sociales, e inclusive publicaciones especializadas en antropología,
arqueología, historia e historia del arte. Una tendencia
reciente a nivel de diseño editorial es la utlilización
indiscriminada de estos motivos a manera de tapiz "neutro" para
ilustrar cualquier tema, (p.e. los Premios nacionales de cultura,
1996).[volver]
2. Trabajo de grado para optar el título de diseñador
gráfico, U. Nacional de Colombia, Diego Martínez C,
1993 [volver]
3. Ficha de registro desarrollada durante el proyecto "Modelo
metoodológico para documentar arte rupestre". Beca Ministerio
de Cultura, 1997 por el equipo conformado por G.Muñoz. D.Martínez
y J. Trujillo [volver]
4. Guisletti (1950), determinó diferencias estilísticas
entre dos regiones etnohistóricamente diferenciables del
altiplano cundiboyacense (zacazgo/zipazgo), sólo estractando,
de unas cuantas rocas, los motivos pictográficos mas fácilmente
identificables (espiral, rombo, etc), y asignándoles valores
porcentuales de recurrencia. [volver]
5. Para determinar el repertorio tipológico de una
zona específica, es preciso realizar detalladas prospecciones;
el descubrimiento y registro de la mayor cantidad posible de las
rocas de una región aumentan la información y, por
ende, disminuyen el factor error en la determinación de los
factores que homogenizan o diferencian una zona de otra.[volver]
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inéditas de sitios con arte rupestre en Ramiriquí.
Historia
de la investigación del arte rupestre en Colombia
¿Preguntas,
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Cómo
citar este artículo: MARTINEZ
C. Diego. Historia
de los procesos de documentación de arte rupestre en Colombia
en Rupestre/web, https://rupestreweb.tripod.com/martinez.html
2000
(1997)
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