Insinuaciones teórico-metodológicas
para el estudio del arte rupestre
José
Rozo Gauta
Artículo inicialmente presentado como
ponencia en el VIII Simposium Internacional de Arte Rupestre realizado
en Santo Domingo, publicada en Actas del VIII Simposium Internacional
de Arte Rupestre Americano, Santo Domingo, Museo del Hombre Americano,
1987. La presente para RUPESTREWEB es una versión corregida
y mejorada.
I. INTRODUCCION
Presentamos algunas consideraciones
teórico-metodológicas generales para el estudio del
arte rupestre. Estas han surgido de nuestra experiencia de intentos
de interpretación de pictografía y petroglifos muiscas.
Una de las aseveraciones que exponemos trata de la necesidad que
tiene el investigador de no aislar el objeto de arte de los contextos
económicos, sociopolíticos y cultural-noéticos
en los cuales se realiza como actividad humana, y en los cuales
adquiere su significado y su sentido, lo que equivale a relacionar
las manifestaciones de arte rupestre con los diferentes aspectos,
prácticas, mecanismos y organizaciones de la sociedad, de
la producción social y los sistemas modelizadores que se
hallan inmersos en la producción de bienes materiales, la
producción de relaciones sociales y la producción
de bienes espirituales (2).
En la rama de la producción
de bienes espirituales es donde se producen las manifestaciones
del arte rupestre, pero necesariamente el observador no puede olvidar
las relaciones sistémicas que este tipo de producción
tiene con las demás producciones tales como los lazos de
interdependencia, interconexión, sistematicidad y mutua dependencia
que interrelacionan unas y otras, además de la homología
e identidad que en un proceso social visto desde la " perspectiva
semiótica se presenta como un proceso de significación
"estructurado como un lenguaje ".
Este planteamiento se particulariza
observando la producción de arte rupestre como producción
de signos icónicos con representaciones (plano de la expresión),
significados (plano del contenido), social y culturalmente aceptados,
hecho que obliga al observador a la búsqueda de los códigos
de reconocimiento, para poder describir y descodificar su contenido,
ver, analizar y contextualizar el lugar que estos contenidos tienen
dentro de la totalidad cultural del pueblo que a la vez realiza
la narración mítica, y pinta o graba en piedra los
argumentos de dicha narración.
Ello implica tener en cuenta y mezclar
en la percepción, observación, descripción
y explicación, presupuestos teóricos de varias disciplinas,
pues la producción de tales íconos, culturalmente
aceptados y reconocidos por los miembros de una sociedad es un proceso
que imbrica e interrelaciona sistémicamente todas las actividades
económicas, organizacionales, relacionales, espirituales
y noéticas de dicha sociedad. Un aspecto importante a tener
en cuenta es observarlos inicialmente a partir de la lingüística
y la semiótica, pues la producción icónica
se ha realizado con la intención de comunicar algo a alguien
por medio de artificios gráficos, ideas que el investigador
puede buscar en el ícono mismo, siempre y cuando sea capaz
de relacionarlo con el contexto de la sociedad y de la cultura,
si en realidad pretende una lectura y una ubicación del arte
rupestre dentro de la totalidad sociocultural.
Abordamos la producción icónica
interconectada e interdependiente con los demás productos,
procesos y significados de la cultura espiritual, de bienes materiales
y de relaciones sociales. Finalmente abordamos el difícil
tema de la producción de la observación y de las libertades,
constricciones y determinaciones que dicha observación conlleva
con los sistemas vivientes, ántropo-sociales y cultural-noéticos
que nos conducen como sistemas vivientes observadores a no diferenciar
la ilusión y el error.
2. PRODUCCION SOCIAL Y ARTE RUPESTRE
2.1. La Producción
Analizando lo general y lo particular
en la producción social, Marx llega a categorizar que la
producción, "(3)...es siempre
un organismo social determinado, un sujeto social que actúa
en un conjunto más o menos grande, más o menos pobre,
de ramas de producción". Aquí está haciendo
referencia directa a la producción de bienes materiales en
forma explícita, pero en el contexto del texto que estamos
citando hallamos que no solamente se refiere a este tipo de producción,
sino al "organismo social" que es toda la producción humana
en una sociedad históricamente determinada. Veamos.
"A saber, toda forma de producción
engendra sus propias instituciones jurídicas, su propia forma
de gobierno, etc. La rusticidad e incomprensión consisten
precisamente en no relacionar sino fortuitamente fenómenos
que constituyen un todo orgánico, en ligarlos a través
de un nexo meramente reflexivo."(4)
Más adelante, tejiendo la red con relación al consumo
y a la producción, agrega: "Cuando el consumo emerge de su
primera inmediatez y de su tosquedad natural (...) es mediado como
impulso por el objeto. La necesidad de este último sentida
por el consumo es creada por la percepción del objeto. El
objeto de arte -de igual modo que cualquier otro producto- crea
un público sensible al arte, capaz de goce estético.
De modo que la producción no solamente produce un objeto
para el sujeto, sino también un sujeto para el objeto"(5).
En otras palabras Marx intuyó, pero no alcanzó a desarrollar
aquello que ahora se denomina un bucle recursivo: el sujeto y el
objeto se producen el uno al otro, y con más exactitud, se
coproducen, existen y se configuran mutuamente, o como se expresa
Ibáñez:
"El sujeto y el objeto son
efectos del orden simbólico: el sujeto está sujetado
-y el objeto, objetivado- por el orden simbólico. El orden
simbólico regula el intercambio: de objetos (economía
política), de sujetos (economía libidinal) y de mensajes
(economía significante). Sujeto es el que intercambia, objeto
lo que se intercambia: el orden simbólico preexiste a los
sujetos y a los objetos: cuando vienen a la existencia, tienen allí
señalado su lugar."(6)
Páginas más adelante
criticando a Hegel, Marx vuelve a insistir en esta última
producción cuando escribe: "...la totalidad concreta, como
totalidad del pensamiento, como un concreto de pensamiento, es in
fact un producto del pensamiento y de la concepción,
pero de ninguna manera es un producto del concepto que se piensa
y se engendra a sí mismo, desde fuera y por encima de la
intuición y de la representación, sino que, por el
contrario, es un producto del trabajo de elaboración que
transforma intuiciones y representaciones en conceptos"(7).
Realizamos estas citaciones con
el fin de desglosarlas en nuestro intento de presentar la producción
de arte rupestre como una parte o componente, en primer lugar, del
sistema de la producción espiritual y en segundo lugar, del
sistema global de la producción social y especificar y distinguir
sus características y particularidades con los elementos
que la constituyen, la hacen posible y la realizan socialmente,
así como en sus interacciones e interretroacciones con los
entornos sociopolíticos, económicos, emocionales,
culturales y noéticos, que son los que pueden explicarla
y darle sentido dentro de la sociedad y la cultura que la realiza.
Del texto citado podemos concluir que el autor especifica tres grandes
ramas de la producción: la de bienes materiales, la de relaciones
sociales y la de bienes espirituales, las cuales conforman la producción
como "organismo social", en términos actuales como un sistema
global compuesto de subsistemas que están compuestos de sistemas
que están configurados por elementos que para poder ser concebidos,
necesariamente tenemos que observarlos en las interrelaciones e
interacciones entre unos y otros.
Tal como aparecen en el contexto,
estas ramas de la producción con sus respectivos elementos
o subsistemas y con sus acciones, están íntimamente
relacionadas, interconectadas, y son coetáneas en su emergencia
y su desarrollo, pues es imposible hallar una sociedad humana que
pueda producir bienes materiales como comida, techo, vestido, etc.,
sin al mismo tiempo estar organizada de alguna manera como comunidad,
tribu, Estado, etc., y sin tener una visión del mundo y un
utillaje mental que le permita producir sus medios materiales de
subsistencia y sus relaciones socio-políticas que en bucle
retroactivo, a su vez le permiten tener una visión del mundo,
una diferenciación con él y unos principios identificatorios
y distincionales. Ello implica que cada una de las ramas de la producción
es producida con partes de las otras ramas, que todas ellas se coproducen
mutuamente al mismo tiempo, que la producción de una de ellas
es efecto y causa de la producción de las demás, que
los contenidos culturales de unas atraviesan a las otras y que en
su observación no se pueden separar unas de otras, unos elementos
de otros y tampoco se puede separar el sujeto conceptuador del objeto
concebido.
En la sociología actual,
Luhmann describe este tipo de interacciones sistémicas con
la noción de interpenetración, que es un concepto
de la teoría de los sistemas sociales que nos ayuda a comprender
las interacciones entre sistemas que pertenecen al mismo entorno
y en cuyas relaciones cada uno aporta al otro su propia complejidad
en la formación de estructuras, funciones y acciones(8).
En otras palabras, hallamos interpenetración cuando un sistema
se halla constituido y configurado con elementos de otros sistemas
que pertenecen a su entorno. Ello implica que en esta relación
cada uno de los sistemas interpenetrados influye sobre el otro desde
dentro y desde fuera como puede observarse en el sistema de la producción
social que presupone la existencia, sistematicidad e interactividad
de sistemas sociales, individuales, psíquicos, lenguajeantes,
etc. que son al mismo tiempo agentes, sujetos, objetos, productos,
productores y reproductores de dicha producción y de cada
uno de sus elementos.
Por ello, la interpenetración
que hallamos en la producción social es muy compleja y requiere
una comprensión amplia y una descripción por niveles,
dado que en ella se interpenetran múltiples componentes de
los sistemas físicos, biológicos, sociales, antropológicos,
síquicos, simbólicos, culturales, noéticos,
cognitivos, etc. Ya en su proceso la producción social se
realiza por la acción de sus elementos (ramas de la producción),
cada uno de los cuales, como sistema, está constituido por
partes de los otros sistemas en el entorno, de tal manera que las
relaciones entre estos sistemas operan e influyen en cada sistema
desde dentro y desde fuera, ya disparando, ya constriñendo
y complejizando su ontología, su devenir, su organización,
sus funciones, su sentido.
Y volviendo al texto de Marx, tendremos
que aclarar que hic et nunc, ya no entendemos como en el
siglo XIX, que lo material esté separado de lo organizacional
y espiritual y que lo espiritual sea algo distinto, antagónico
y contrapuesto a lo material. Desde la microfísica sabemos
que no hay lugar para tal dicotomía y separación.
Material y espiritual devienen uno, junto con la organización
social en las sociedades humanas, de tal manera que estos son los
grandes componentes de ese sistema social que es la producción.
Decimos esto para indicar que en términos de Morin y de Luhmann,
cada uno de estos sistemas y otros sistemas sociales están
constituidos con partes de los otros y que estas partes no influyen
sobre el sistema solamente desde fuera, sino desde fuera y desde
dentro. Ello implica que el sistema no solo realiza su organización,
sino que esa organización es al mismo tiempo interpenetración
en términos de Luhmann y auto-eco-organización en
términos de Morin(9).
Cada uno de los elementos del sistema
de la producción social nace simultáneamente con los
otros, es coproducido por ellos, cada uno de ellos y todos en conjunto
son la premisa, el objeto, el proceso y el resultado de la constante
producción y reproducción a que está abocada
toda sociedad humana, condición sin la cual sucumbiría.
En otras palabras, los medios materiales de subsistencia en una
visión sistémica son todos los procesos y productos
del trabajo humano: la comida, el techo, la familia, la comunidad,
las clases, las formas jurídicas, morales, la ideología,
la ciencia, el arte, los lenguajes, los mitos, las costumbres, los
comportamientos, las actitudes, y el mismo ser humano y la sociedad
como los productores y los productos más importantes. Los
llamados medios materiales y su producción y reproducción
son al mismo tiempo relaciones sociales y bienes espirituales. Entendemos
que la separación y disyunción de la descripción
científica de cada uno de estos elementos aislados del sistema
global fue una manera histórica de ver el mundo, pero ya
es caduca en las circunstancias cognitivas actuales, cuando ha retornado
el sujeto en otros mundos posibles de percepción, observación
y explicación.
Un poco olvidadas en la investigación,
pero no en la práctica social, las llamadas formas de producción
de la cultura espiritual y sus productos como pensamientos, artes,
cosmogonías, religiones, cosmovisiones, ciencias, etc., tienen
en la sociedad un lugar asignado en el consumo, en la distribución
y en la misma producción, tal como ocurre con la producción
de los otros medios de subsistencia.
Para ellos también es válida
la proposición de Marx, quien al referirse a la distribución
dice que "...ella es: 1) distribución de los instrumentos
de producción; 2) distribución de los miembros de
la sociedad entre las distintas ramas de la producción..."
antes que distribución de los productos(10).
Ello implica que aplicado este principio a las tres ramas de la
producción tenemos:
I. Distribución de los instrumentos
de la producción de bienes materiales tales como: aparejos
agrícolas, de pesca, caza y recolección; instrumentos
relacionales como sistemas de parentesco, comunidades, alianzas
matrimoniales, claniles, tribales, relaciones políticas,
Estado, y todas las formas organizacionales de la sociedad global
y de sus grupos y / o clases constituyentes; instrumentos de la
producción espiritual como normas (lo que se debe hacer),
leyes (lo prohibido) lenguajes (lo que se dice), sistemas de signos,
simbologías, ideas estéticas, científicas,
ideológicas, cosmovisiones, religiones, mitos, etc.
2. Distribución de los miembros
de la sociedad en las distintas ramas tales como agricultura, artesanías,
minería, poder político, religioso, militar, familiar,
curativo, mágico, chamánico, ritual, mítico.
Esta distribución de los miembros de una sociedad en las
distintas ramas de la producción no es otra cosa que la división
social del trabajo, la ubicación en determinados lugares
y roles de los diferentes miembros de la sociedad.
Esta distribución es la más
importante de estudiar en el aspecto que nos ocupamos, pues la misma
existencia del arte rupestre ya nos está mostrando una especialidad
laboral-social-espiritual, un tipo de trabajo, unos hombres que
se ocupan de realizarlo, determinados instrumentos e intenciones
y realización de acuerdo a los presupuestos mentales de los
usuarios de la cultura y a las técnicas desarrolladas. El
arte rupestre nos muestra que la sociedad que lo produce tiene entre
sus miembros unos productores especializados para ello, y otros,
que de alguna manera tienen la obligación de sustentar a
los primeros. De lo poco que sabemos de los muiscas, es posible
decir, que los autores de petroglifos y de pictografías no
eran hombres del común, sino personajes sagrados, sacerdotes
y chamanes que sabían los mitos, los ritos y la manera de
generar lugares sagrados de culto, como pensamos que son todos los
lugares de arte rupestre muisca. Y lo hacían como función
ritual, con ingesta de enteógenos como el tabaco, el hayo
y el yopo. De ahí la inmensa dificultad que tenemos para
percibirlo, pues en la mayoría de las obras que conocemos
de arte rupestre, aunque hallamos algunos signos y símbolos
convencionales, la mayoría de ellos corresponden a una materialización
de las visiones esotéricas individuales y personales producidas
bajo el efecto del éxtasis ritual y de la acción de
enteógenos en los pintores y grabadores, visiones producidas
en / por la comunicación con los espíritus, potencias
y energías circulantes sobrenaturales.
Cuando hablamos de instrumentos
de producción, es necesario recalcar que hablamos de tres
tipos, correspondientes a cada una de las tres ramas de la producción
que hemos mencionado, pues en el arte rupestre hallamos que se usan
instrumentos físicos como punzones, martillos, pinceles,
pinturas, etc., con los cuales se realiza el trabajo sobre la piedra;
instrumentos relacionales como individuos especializados social,
cultural y noéticamente que graban o pintan y que por ello
son sostenidos por la sociedad y pertenecen a una de las divisiones
sociales o míticas de la sociedad dada. También hablamos
de instrumentos espirituales de la visión del mundo como
lenguajes, simbologías, formas de representación,
una de cuales es la pintura o el grabado, ideas religiosas, míticas,
ideas y representaciones sobre la naturaleza y la sociedad, etc.
Todo esto nos está indicando
que el proceso de la producción social es uno y múltiple,
es un proceso sistémico y de la misma manera lo son los procesos
distributivo y de consumo. Estos aspectos son muy necesarios de
tener en cuenta en el estudio de una cualquiera de las ramas de
la producción y por lo tanto en el estudio del rupestre.
Aquí se apunta contra las tendencias cognitivas esteticistas
y disyuncionistas que sólo quieren ver aspectos lúdicos
y formales en la producción artística al tratar de
analizar las formas estéticas sin tener en cuenta los demás
aspectos de la producción que generan y posibilitan esta
manifestación. Mirar el arte rupestre desde la perspectiva
de "el arte por el arte " es alejarlo de las premisas y de los contenidos
de los entornos socio-económicos, político-culturales
y espiritual-noéticos de su producción, es llenarlo
de vacío al quitarle las posibilidades enunciativas que comunican
ideas y representaciones culturales propias del contexto social,
humano y cognitivo que lo produce.
De ahí que la descripción
del arte rupestre realizada sin tener en cuenta los nexos generales
y particulares de la producción, de la organización
social y del pensamiento, sea solamente un ejercicio retórico
carente de significación, conocimiento y explicación.
Este aspecto no invalida la posibilidad que tiene el arte rupestre
de ser una fuente de estudio de contenidos culturales de sociedades
desaparecidas, fuente que debe constatarse con otros hallazgos arqueológicos,
lingüísticos y simbólicos que posibiliten su
interpretación y su ubicación dentro de la totalidad
de los significados de una cultura.
Esto ya ha ocurrido en relación
al arte musteriense donde la arqueología explica desarrollos
mentales y tecnológicos previos al arte. "Los artículos
de colmillo de mamut más complejos y esmerados, más
acabados e ilesos -pulseras adornadas con meandros y galones tallados
encontrados en Mezin, incrustaciones con ornamento de espirales
y hoyuelos en Maltá- son testigos de procedimientos tecnológicos,
geométricos, aritméticos y calendárico-astronómicos
que precedieron la aparición de estas obras maestras y que
las hicieron posibles"(11).
Esta es nuestra propuesta, aproximamos
al arte rupestre, partiendo de los presupuestos generales y particulares
de la producción social, la cual, sintéticamente puede
definirse como un complejo sistema capaz de producir los más
disímiles y variados productos que una sociedad requiere
y crea para satisfacer sus necesidades naturales, antroposociales
y espirituales. Como el arte se genera dentro de la tercera rama
de la producción social, la de bienes espirituales, y responde
a necesidades materiales, relacionales y espiritual-noéticas
claramente definidas por la cultura y la sociedad, es preciso que
nos detengamos un poco para describir el proceso que permite la
génesis y el desarrollo de esta manifestación productiva.
El arte rupestre es un elemento,
y por lo tanto, un sistema del sistema parcial de la producción
espiritual que es parte del sistema global de la producción
social, por lo cual, se halla en relaciones de interpenetración
de primer grado con otros subsistemas o componentes del entorno
inmediato de la producción espiritual como la religión,
la mitología, el culto, el lenguaje, el pensamiento, la cosmovisión,
etc. En otras palabras, el arte rupestre es una condensación,
un sistema interpenetrado de todos y cada uno de los componentes
de la producción espiritual. Ello implica que el observador
no puede perder de vista estas relaciones interretroactivas que
son las que le dan vida y sentido a esas formas significantes, estructuradas
como un lenguaje, cuyos contenidos y valor humano, social y espiritual
le son dados por los sistemas que allí se interpenetran,
que son los sistemas en su entorno, olvidados por los observadores
de la ciencia clásica.
En los capítulos anteriores
se muestra cómo la manifestación artística
es un producto del todo social que interviene sobre ella. El todo
está en las partes accionando sobre ellas, y estas retroactúan
sobre el todo. Es imposible dicho arte sin un contenido y unos valores
espirituales que vengan de la totalidad cultural de la sociedad.
Sin una narración mítica de la génesis humana,
para los muiscas sería inoperante, superflua e imposible
la representación icónica de Bachue. Aquí la
forma o plano de la expresión se hace significante al involucrar
como uno de sus componentes un elemento externo que viene a configurarla
con el contenido de los mitemas de la narración oral mítica
que le precede en el tiempo, en la representación mental,
en la cosmovisión.
Entonces la creación de los
íconos de la Roca Madre también dependen del culto
al principio femenino de la fertilidad que es un componente de la
religión, de la cosmovisión y de las acciones sagradas
y práctico-utilitarias, en fin, de la vida cotidiana de todos
y cada uno de los sujetos individuales y colectivos. Seguramente
los lugares de arte rupestre eran cultuales, si no para la mayoría
de la población, si para algunos sacerdotes en dependencia
de su grado de conocimiento esotérico. Es posible que algunos
lugares de arte rupestre, como la Roca Madre, hayan estado bajo
techo como altar y santuario y allí se celebraran ceremonias
específicas que desconocemos y que la arqueología
algún día nos desvelará.
Por mediación sistémica,
la producción del arte rupestre como componente del sistema
de la producción espiritual, que es componente de la producción
social como un todo, se halla en interpenetración de segundo
grado con los sistemas de la producción de bienes materiales
y de relaciones sociales, por lo tanto en su percepción,
observación y descripción no puede faltar esta relación
conectiva y generativa. Su misma existencia nos indica que en la
sociedad muisca había especialistas que realizaban esta actividad
como parte de sus actividades. Los diccionarios nombran la acción
y el sujeto de la acción:
"Pintar. Bchihiscua."
"Pintor. Chichyca.(12)"
"Escriuir. Bchihisqua."
"Escriuir carta. Ioque bchihisqua.(13)"
De estas palabras es claro que para
los muiscas pintar y escribir eran la misma cosa: comunicar algo
por medio de ciertos signos. Aún más, diferenciaron
una actividad precolonial de una actividad propia de los invasores
que era escribir carta y al verbo que denota la novedad le antepusieron
la palabra ioque " Cuero seco o apartado par[a] husar
d[e] él"(14), dado que
los españoles, según documentos y crónicas,
a falta del papel europeo en los primeros tiempos usaron cueros
de venado para escribir cartas y otros documentos, de tal manera
que la actividad de los invasores en la percepción y distinción
muisca era la de pintar o escribir mensajes sobre cuero. Esta diferenciación
es contundente cuando notamos que la palabra que nomina el sujeto
de la acción Chihyca contiene el lexema hyca
que significa piedra, denotando que la actividad muisca de comunicar
por signos era sobre piedra.
"Debujar. Aie quyn bguyusuca"
"Debujo. Aic quyn agyuca(15)".
En esta expresiones es difícil
desentrañar los sentidos culturales por nuestra ignorancia
de la lengua. Es posible que aluda a las acciones y a los objetos
de la pintura y del grabado en las rocas o su significación
se refiera solo a los diseños y pintura en las telas. También,
como ocurre con otros verbos, como comer(16),
es posible que las expresiones verbales para dibujar fueran varias
y cada una contuviera el objeto específico unido a la acción,
hecho que nos permite observar que los lenguaraces no copiaron estas
diversas expresiones.
Las acciones y los sujetos de la
acción hacen referencia a la división social del trabajo
en general, y la división del trabajo espiritual en particular,
pues la acción de pintar o grabar no es una acción
espontánea de uno cualquiera de los miembros de la sociedad,
es un trabajo y función particular dentro de las especializaciones
de la actividad religiosa y sacra. No todos los sacerdotes eran
iguales y el trabajo sacerdotal contaba con sus especializaciones
como hemos descrito(17). Es en este
nivel de observación donde puede tener sentido la palabra
quyn que hallamos en las expresiones muiscas de dibujo y
dibujar, pues podemos relacionarla con la idea de dureza, atributo
de la piedra.
En ninguna fuente hallamos información
sobre la hechura y la técnica de los petroglifos, pero el
mito de Bochica informa que este personaje realizó sobre
rocas las pinturas en ocre del proceso del hilado y del tejido y
como él enseñó también las pinturas
sobre las mantas, éstas y las pictografías se hallan
relacionadas tanto en la narración mítica como en
los especialistas y posiblemente en el culto y en los contenidos.
Las mantas pintadas eran exclusividad de los miembros de la élite:
sacerdotes, caciques, capitanes, güechas y ganadores de la
ceremonia de correr la tierra, que eran en las divisiones duales
de la cosmovisión muisca la parte solar de la sociedad.
La factura del petroglifo exige
instrumentos tales como punzones, cinceles y martillos de piedra,
que pudieron preexistir al arte o fueron creados para tal fin. La
pictografía se hizo con pinceles, colores y diagramas o diseños
que pudieron ser afines a las pinturas en las mantas. Todo ello
exige individuos especializados o hiperespecializados que realizaban
cada una de estas labores. La relación socio-económica
en el arte rupestre está emparentada con las organizaciones
política y mítico-religiosa y sus especializaciones.
Los especialistas políticos y religiosos no tenían
economía propia en el sentido de ser productores de sus medios
de subsistencia y dependían de la producción de los
miembros de las comunidades no solo para su subsistencia (comida,
vestido, techo) sino para la obtención de los objetos de
la parafernalia cultual. Así mismo agricultores, mineros,
comerciantes y artesanos dependían de los primeros en cuanto
organizadores de la sociedad, del pensamiento, de la cosmovisión
y como intermediarios y mediadores entre los seres humanos y las
fuerzas, energías y potencias de la naturaleza. Las pictografías
en ocre sugieren una forma de alimentación a la potencia
solar, similar a la sangre de los sacrificios humanos con que eran
pintadas las rocas para indicar al sol su comida.
Las relaciones y las formas organizacionales
socio-económicas, políticas y cultural-noéticas
con sus significados, sentidos y funciones vienen a dar existencia
y contenido a las manifestaciones del arte rupestre. No es que el
arte refleje la sociedad, sino que es parte inalienable de ella,
es uno de sus sistemas de información-comunicación
y lo que este arte informa y comunica no es ajeno a la sociedad
misma que lo crea y lo usa como uno de sus lenguajes. El arte rupestre
muisca representa y comunica el pensamiento, la religión,
la cosmovisión, los mitos, las formas organizacionales de
la sociedad, las emociones y expectativas de sus creadores, y en
bucle retroactivo, ese arte a su vez, como medio de información-comunicación
y modelización recrea y pone en acción las uniones
de los diversos elementos sociales y noéticos que lo configuran.
Los planos de la expresión
y del contenido del arte rupestre muisca son variados y complejos
y aunque hallamos signos que se repiten en distintos contextos,
su creación y significación depende del momento de
su factura y de la preparación y status de conocimientos
de quien los realizaba. El petroglifo parece de mayor antigüedad
y contiene mayores alusiones a la religión y culto del principio
femenino de la fertilidad como puede observarse en la Roca Madre
y en el petroglifo de Sasaima donde los íconos de la mujer-múcura
son muy sugestivos, mientras que la pictografía es posterior
y está directamente ligada a Bochica, la religión,
el culto y los rituales solares que imponen el conocimientos del
principio masculino de la fertilidad y con ellos el poder cacical,
sacerdotal y de los güechas, en otros términos, una
sociedad en la que surgen desigualdades, formas de dominación,
subordinación y tributación, que a su vez nos hablan
del desarrollo de la agricultura, del surgimiento del producto excedente,
del comercio, de los oficios y de toda una transformación
de la sociedad y de sus elementos constituyentes.
No decimos que petroglifo y pictografía
impliquen una especialización tajante, pues el petroglifo
de Buenavista, además de lo relativo a Bachue y el principio
femenino de la fertilidad, hace también la narración
icónica de la creación del mundo y de la gente, mientras
que las pictografías del Tequendama están dedicadas
al mitema de la creación del Salto y la desanegación
de la Sabana de Bogotá.
Pero el sentido de cada manifestación
de arte rupestre no depende solamente del tiempo mítico ni
de la época histórica en la cual se realizaba. También
depende del momento del discurso icónico y por lo tanto del
hacedor de íconos y de sus circunstancias, es decir, de los
entornos y los sistemas en el entorno, cuyos elementos y significados
se interpenetran para producirlo y hacerlo significante. La factura
de íconos pictográficos es una acción sagrada
enseñada in illo tempore por Bochica, luego repetida
ritualmente por sacerdotes del culto solar realizada bajo los efectos
de la ingestión de enteógenos y en lugares percibidos
como de una especial influencia energética.
La Roca Madre es un hito muy importante
en el entendimiento del movimiento de la sociedad muisca pues nos
muestra la hibridación de las formas religiosas de los primitivos
habitantes relacionadas con el culto del principio de la fertilidad
femenina y las formas novedosas del culto solar, posiblemente llegadas
con migraciones hacia el altiplano. Ello implica que este petroglifo
no es tan antiguo como podría pensarse, pues coincide el
significado de sus íconos con los fragmentos de la narración
mítica trasmitida por los colonizadores.
3. PRODUCCION DE BIENES ESPIRITUALES
En un trabajo anterior la hemos
definido así: "La producción de bienes espirituales
la entendemos como el complejo creativo de las representaciones
mentales, las ideaciones, los comportamientos y actitudes de una
sociedad sobre la naturaleza, sobre sí misma y sobre el pensamiento,
al igual que los productos materiales que devienen de esta producción
como obras de arte, filosofías, ideologías, ciencias,
creencias y los lenguajes y simbologías con que la sociedad
opera sus intercambios entre sus miembros"(18).
Esto significa que los productos
de esta rama de la producción tales como un poema, una actitud,
un mito, una pictografía, etc., tratándose de sociedades
antiguas como las nuestras precoloniales, deben ser estudiados y
descritas como resultado de una acción social productiva,
lo cual implica averiguar y determinar el proceso de producción
global de una sociedad y lo que este proceso contiene como división
sexual o social del trabajo, existencia o no de excedentes, formas
de poder, presupuestos empíricos y conocimientos esotéricos
y positivos inmersos en la producción, desarrollo técnico,
formas de organización social, visión del mundo y
demás formas de pensamiento. Todo el conjunto observado en
sus interacciones internas y en su relación con los entornos
es el que viene a dar sentido y a permitir la explicación
a uno cualquiera de los productos.
Una de las preguntas que surge cuando
se estudian procesos de producción es aquella de ¿qué
y con qué produce? Aquí respondemos: se producen artefactos
con la ayuda de otros artefactos, y esto es válido para las
tres ramas de la producción, pero aquí nos ocuparemos
sólo de la producción de bienes espirituales(19).
Algunas ciencias sociales y humanas,
por las deformaciones propias de la especialización trabajan
con ciertos presupuestos que les han hecho olvidar el bosque por
fijarse sólo en un árbol. Esto quiere decir que en
la acción histórica, social y cultural de los seres
y sociedades humanas ven sólo unas pocas actividades como
propiamente sociales, mientras que las demás quedan al margen
como propias de la naturaleza sin darse cuenta que, "es naturaleza
todo aquello que no es artefacto", y que el hombre mismo "es el
artefacto más importante"(20).
Homo sapiens se ha producido a sí mismo, se ha convertido
en artefacto de su propia producción social, pero no ha dejado
de ser natural y aquello que ha producido y reproducido en sí
mismo no es otra cosa que la naturaleza humana que engloba su biología,
su psiquis, su cerebro, su sexualidad, sus capacidades de conocer,
pensar y actuar. Las capacidades cognoscitiva y organizacional del
ser humano son herencia biológica, el conocimiento y la organización
social que conocemos de H. Sapiens ya es resultado de su propia
producción, de las interacciones de sus elementos constituyentes
y de las relaciones de intercambio con el entorno.
Todo esto nos lleva por el camino
metodológico de pensar en la unidad, diversidad y multiplicidad
de la producción social, de no separar en la percepción
y en la descripción aquellas cosas, procesos, estructuras
y funciones que en la vida cuotidiana y en la sociedad se hallan
sistémicamente unidos, interrelacionados y en mutua dependencia
e interdependencia, de no ver como unívoco aquello que se
presenta en la realidad social como polivalente, de no mirar linealmente
aquello que en la práctica social y simbólica es polidireccional,
de no ver significados únicos allí donde la cultura
presenta polisemias y ambivalencias, de no ver solamente lo explícito
y denotativo, sino también lo implícito y connotativo,
de no ver solo aspectos, elementos y procesos de orden donde hay
un divertido juego de orden, desorden, organización y reorganización
gracias a las interacciones, de no ver solo autoridad y jerarquía
donde hay también anarquía, poliarquía, heterarquía,
de no ver centrismo donde también hay acentrismo, policentrismo,
etc., pues estas y otras muchas posibilidades relacionales del sentido
están en el concreto real que sigue siendo el punto de partida
de las abstracciones, teorizaciones y descripciones.
Hemos tomado de Rossi-Landi la noción
de artefacto y la hemos tratado de aplicar a los productos de las
tres ramas de la producción. Por eso mismo miramos como artefactos
los instrumentos, los medios, los procesos de producción
y los productos, aspecto que nos parece muy claro en la producción
espiritual, pues siendo lengua natural un producto social, es al
mismo tiempo la materia prima, el instrumento y el medio de la información
y la comunicación, de la creación narrativa, de la
creación poética y de otras funciones humanas, muchas
de ellas extralingüísticas. Lo mismo ocurre con otras
manifestaciones de la producción espiritual que de artefactos
simples y de bajas técnicas, de acuerdo al avance global
de una sociedad se van transformando por el trabajo humano en artefactos
cada vez más complejos y polivalentes. Esto puede ilustrarse
dando una mirada al desarrollo de la filosofía occidental
desde los filósofos jonios hasta el momento actual, y ver
que a medida que la sociedad evoluciona o se transforma, la filosofía
se va haciendo cada vez más compleja para poder responder
inquietudes y preguntas que los agricultores antiguos no podían
siquiera imaginar. Igual planteamiento puede pensarse de las ciencias,
el arte, las ideologías, los comportamientos, las actitudes,
las costumbres, las maneras de mesa, la apropiación del espacio
y en general, de las formas de pensamiento.
Siendo el arte rupestre una forma
de lenguaje, por ser al mismo tiempo un instrumento, un medio, un
proceso, un mecanismo y una forma de información y de comunicación
de pensamientos, ideas y procesos significativos, traemos a colación
la complejidad del lenguaje que concibe Morin:
"Es una máquina auto-socio-organizadora
que se halla dentro de la máquina sociocultural que, a su
vez, es auto-eco-organizadora. En primer grado el lenguaje es una
máquina de doble articulación en la que las uniones
de fonemas no dotados de sentido constituyen enunciados de palabras
dotadas de sentido. Esta máquina obedece en cada lengua a
reglas gramaticales, sintácticas, de vocabulario, y estas
reglas obedecen a su vez a determinaciones y "estructuras"
profundas que siguen siendo misteriosas y controvertidas. En segundo
grado, el lenguaje es una máquina que funciona de forma asociada
a la maquinaria lógica y la maquinaria analógica,
que son a su vez dependientes de las reglas fundamentales de la
computación / cogitación propias de la maquinaria
cerebral humana. Lógica y lingüística son dos
máquinas en una, que se engranan íntima y profundamente
una a otra y que se pueden reducir una a otra. En tercer grado,
el lenguaje es una máquina que pone / a la que ponen en actividad
los paradigmas, categorías, esquemas, modelos de pensar propios
de cada cultura, y esta se engrana por lo tanto en la maquinaria
cultural. La maravilla es cada una de estas máquinas está
hecha parcialmente de las piezas de otras máquinas, que cada
uno de esos procesos pone en movimiento y es puesto en movimiento
por procesos de otras máquinas, que cada máquina funciona
por las operaciones de las otras máquinas. Si se considera
que los individuos-sujetos humanos también son seres-máquina,
que las sociedades igualmente lo son, entonces la vida de la antropo-socio-noosfera
es producida y productora de las actividades de un complejo polimaquinal
de máquinas de máquinas que se engranan y mantienen
unas a otras, y donde el lenguaje constituye como la polimáquina
noológica a la que llega y de la que parte el resto de procesos
maquinales. Aquí se puede comprender que el lenguaje enlaza
y entreactiva la totalidad multiforme y plural del universo antroposocial.
El lenguaje es una realidad noológica; pero su rol capital
en la organización social lo sumerge profundamente en la
antroposociosfera. Al mismo tiempo, se eleva y despliega en la noosfera
donde, estrechamente asociado / combinado con las maquinarias lógica,
analógica, paradigmática, coorganiza los seres de
espíritu. Hablando en términos marxistas, el lenguaje
forma parte organizadora de la infraestructura al mismo tiempo que
forma parte organizadora de la superestructura social. En el primer
caso, coorganiza el ser mismo de la sociedad de la que forma parte.
En el segundo coorganiza los mitos e ideas. Es la maquinaria universal
de la antropo-socio-noosfera...(21)"
El desglose explicativo de esta
densa cita requiere mucho espacio y este no es el lugar. No es necesario
explicar el primer grado. El segundo grado nos habla de las mutuas
relaciones entre lo biológico (maquinaria cerebral) que contiene,
configura y hace emerger lo computacional / cogitacional de lo cual
dependen las maquinarias lógica y analógica que se
asocian en la producción lingüística.
Antes de hablar del tercer grado
volvamos al principio. Morin nos dice que el lenguaje es una
máquina auto-socio-organizadora que se halla dentro de la
máquina sociocultural, que a su vez es auto-eco-organizadora.
El concepto de auto se refiere a que el lenguaje tiene su
propia configuración y sus propias reglas y mecanismos de
organización, funcionamiento y acción, que generalmente
son descritas por las ciencias del lenguaje y la información-comunicación.
La novedad del concepto de Morin es que nos indica que además
de organizarse a sí mismo, el lenguaje coorganiza lo social
como uno de sus elementos constitutivos internos, haciendo emerger
entre sus interacciones la máquina sociocultural,
aspecto que nos lleva a pensar con Luhmann que la sociedad es el
resultado del ruido que hacen los hombres al intentar comunicarse(22).
El papel del lenguaje en la constitución de lo socio-cultural
que lo constituye ya fue tenida en cuenta por Lotman y Uspienkij,
quienes dicen que al interior de la cultura ha de haber un "dispositivo
estereotipizador" estructural " cuya función es
desarrollada justamente por el lenguaje natural:..(23)"
Los niveles de interpenetración
entre la máquina sociocultural, el lenguaje, el cerebro humano
y la mente-espíritu son muy complejos, pues si falta alguna,
las otras ya no son lo que podrían ser, porque cada una está
compuesta por las piezas y las funciones de las otras, de tal manera
que es necesario percibir y describir las interacciones entre ellas,
el poder que cada una ejerce sobre las otras y la manera como se
engranan, se imbrican, se encabalgan, se polideterminan y ejercen
influencia desde dentro y desde fuera.
En las interacciones socioculturales
el lenguaje pone en actividad los paradigmas, categorías,
esquemas, modelos de pensar, los cuales retroactuan sobre el lenguaje
y la sociedad diciéndoles lo que puede decir y la manera
de decirlo, las prescripciones, las normas, la normalidad
cultural y lo que no puede decir, las proscripciones, las
leyes, los tabúes, la anormalidad cultural. El lenguaje en
su función social y en su proceso de informar-comunicar dice
y deja de decir revela y oculta aquello que los paradigmas, esquemas
y modelos socioculturales de pensar, permiten o prohíben,
y de esta manera el lenguaje pierde la autonomía y el imperialismo
que le había concedido el viejo esquema de la disyunción
y pasa a tener una autonomía compleja ligada a sus dependencias
biológicas, socioculturales y noéticas.
Es en estas cisuras, interdependencias,
engranajes y préstamos mutuos entre las máquinas del
lenguaje, la cultura, la sociedad y el cerebro-mente-espíritu
que un aspecto cultural y noético como las manifestaciones
del arte rupestre tienen probabilidad explicativa. Para hacerlo
es necesario tener en cuenta las interretroacciones entre estas
máquinas, porque como lenguaje, la pictografía o el
petroglifo son en primera instancia un proceso, un mecanismo y un
producto social estrechamente interconectado con los otros productos
socioculturales, que a su vez son coproductores unos de otros. Aquí
hacemos referencia a la producción de bienes materiales que
es coproducida por las interacciones sociales y por la misma producción
de bienes espirituales con los constreñimientos y libertades
de una determinada sociedad en una etapa histórica concreta
y con unos esquemas y modelos de pensamiento propios de dicha etapa.
El arte rupestre es a la vez una
forma de producción y un producto que al mismo tiempo son
materiales, relacionales, espirituales y socioculturales, lo que
implica percibirlos en su complejidad. Imbrica y conlleva en su
existencia el todo sociocultural y noético de la sociedad,
pues su producción solo es posible si la sociedad que lo
produce como una forma de expresión tiene algo que decir,
que manifestar en dicha expresión. Y aquello que tiene necesidad
de expresar son sus pensamientos, su emociones, su visión
del mundo, sus ideas y para expresarlo inventa o busca formas de
expresión, ocupa trabajadores especializados para hacerlo
y estos lo realizan de acuerdo a las formas de pensamiento, acción,
comportamiento e imaginarios que comparten en conjunto todos los
miembros de la sociedad. Ello nos permite observar la totalidad
sistémica y las interacciones de los elementos de dicha globalidad
en una de sus manifestaciones productivas: el arte rupestre como
unitas multiplex con la posibilidad de ser explicada como
una y múltiple, es decir como información- comunicación
y al mismo tiempo como producción social, como producción
espiritual, con diversos niveles de existencia, percepción
y descripción.
Desde luego que el lenguaje específico
y particular del arte rupestre no llega a ser como el lenguaje natural
visto por Morin como la polimáquina noológica a
la que llega y de la que parte el resto de procesos maquinales,
pero no por ello es una máquina trivial aislada y aislable
en su proceso de existencia, en su ser sociocultural, en su percepción
y descripción que desde otra cultura, la cultura científica,
podamos hacer. Este tipo de lenguaje también es un artefacto
producido por la sociedad, es un artefacto significante, con sentidos
propios, con su propia organización, autonomía y dependencia
del todo social y de sus susbsistemas.
Es dentro de los artefactos donde
ubicamos el arte rupestre, el cual no puede explicarse por sí
mismo, en sí mismo y para sí mismo sino en las interacciones
y conexiones que tiene con los demás artefactos espirituales,
relacionales y materiales, porque todos ellos en su conjunto crean,
constituyen y transforman la antropo-socio-noosfera que a su vez
los constituye como elementos o subsistemas de esa "unidad de lo
diverso" que simultáneamente y en diversos niveles de existencia
y percepción es biológica, humana, social, cultural,
noética, histórica, lingüística, etc.
Esto no implica de ninguna manera
la ausencia de significados y sentidos propios del arte rupestre
como tal, lo que pasa es que la realización social de esos
significados y sentidos sólo puede darse por el uso que en
una cultura se le de a esta manifestación cultural, y el
uso depende tanto de la visión del mundo, del pensamiento,
del lenguaje como del desarrollo de las fuerzas productivas, las
técnicas y las relaciones sociales de producción,
las formas de poder y las maneras de conocimiento, el mito, la religión
y el rito.
En esta situación teórica
y metodológica es donde ubicamos la tarea de la arqueología
social, la cual, según el llamado de Pagán Perdomo:
"...debe interpretar las manifestaciones del arte rupestre como
expresión de un proceso de desarrollo social, de una realidad
histórica concreta, cuya naturaleza y carácter están
dados económica y socialmente y, por ende, en términos
de fenómeno cultural, por el nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas y las relaciones de producción, cuyas contradicciones,
de acuerdo con las soluciones históricas de las mismas determinan
el avance o el retroceso histórico de una determinada sociedad
y con ello los cambios y singularidades de su cultura.(24)"
Este autor llama la atención
sobre la necesidad teórica y metodológica de volcar
los contenidos del todo social para la interpretación del
arte rupestre y al mismo tiempo atina a que esa interpretación
debe hacerse "en términos de fenómeno cultural", aspecto
que creemos necesario de precisar aún más y lo intentaremos
tratando de entender este tipo de arte como ícono.
4. LA PRODUCCION DE ICONOS
Uno de los tantos artefactos espiritual-noéticos
que han producido las cultura americanas precoloniales es el arte
rupestre. No es necesario hacer un gran esfuerzo teórico
para plantear que pictografías, petroglifos y geoglifos puedan
ser considerados como signos icónicos, culturalmente codificados
por la sociedad que los genera y los usa. Ello implica que las sociedades
pintoras y grabadoras los hicieron para expresar algo de sus pensamientos
y representaciones mentales que era entendido por la totalidad de
los miembros de la sociedad o al menos por una parte (sociedades
secretas, esotéricas, tabuadas). De otra parte significa
que estas manifestaciones artísticas cumplen con varias o
todas de las funciones de los signos. Por lo menos, cumplen la función
informativa-comunicativa a la manera como la describe Eco: "El signo
se utiliza para transmitir información, para decir, o para
indicar a alguien algo que otro conoce y que quiere que lo conozcan
los demás también. Ello se inserta en un proceso de
comunicación de este tipo: fuente - emisor - canal - mensaje
destinatario.(25)" De esto interesa
el proceso comunicativo, pero más en particular el contenido
del mensaje.
La fuente, por ejemplo, en los dos
casos anteriormente descritos en este libro sobre Bachue y Bochica
es el pensamiento mítico-religioso, cuya narración
y conocimiento es compartido en distintos niveles de profundidad
por todos y cada uno de los miembros de la sociedad y por la sociedad
en su conjunto que ha creado este tipo de pensamiento que expresa
sus ideas y emociones sobre el mundo y sus eventos. El emisor es
un grupo social o individuos especializados, en este caso los sacerdotes
y otras personalidades conocedoras, divulgadoras y enseñadoras
de la historia sagrada que inventan o usan las variadas modalidades
y técnicas del arte rupestre como medio de expresión
para llevar ese conocimiento a los demás miembros de la sociedad.
El canal es la manera de representación,
en este caso, icónica de los petroglifos o las pictografías.
El mensaje consiste en las ideas y pensamientos representados en
y por medio de los íconos o representaciones gráficas,
el contenido, fundacional y arquetípico, nos habla de algunos
pasajes de la historia sagrada contenidos en la narración
mítica y en la misma representación, de tal manera
que cualquier conocedor y usuario de la narración oral mítica,
puede tener la misma competencia de sentido para entender el contenido
de la expresión icónica. El destinatario es un sujeto
individual y / o colectivo: el creyente de una religión y
una mitología, partícipe activo de unos rituales que
son comunes y compartidos por todos los individuos que configuran
una sociedad y una cultura que los configura y los hace partícipes
de uno o varios sistemas sociales, culturales, religiosos, noéticos,
sígnicos y simbólicos, como elementos heterogéneos
de una unidad compleja, la sociedad, que es a la vez biológica,
antropo-sociológica, cultural, noética, que genera
los sistemas informacional-comunicacionales que considera necesarios
para el lenguajeo y expresión de sus emociones, pensamientos,
ideas e imaginarios.
El contenido del mensaje y del mismo
proceso comunicativo es una verdad religiosa, arquetípica,
que al mismo tiempo es un elemento de un sistema más vasto
de ideas, pensamientos, configuraciones noológicas, rituales
del culto solar o del culto acuático que son las dos mitades
del principio unidual de la fertilidad. Como verdad religiosa, el
contenido del mensaje es una forma de identificación por
medio del conocimiento, del reconocimiento y del autoconocimiento.
En otras palabras, los muiscas como cualquier otra sociedad humana,
habían elaborado un discurso que daba cuenta de sí
mismos como sociedad y como individuos y de las relaciones entre
ellos, el mundo y sus fenómenos, lo que significa que ellos,
como todos los seres humanos en el lenguaje, vivían y se
relacionaban con el mundo de dos maneras: una, a partir de las interretroacciones
con la realidad y otra, a partir de las interretroacciones generadas
por los mundos imaginarios y simbólicos creados en el lenguaje
por el espíritu-cerebro. Esto no significa que para ellos,
uno de esos dos mundos sea ilusorio, falso o de falsa conciencia.
Ambos mundos eran reales, y para ser más exactos, esos dos
mundos, como ocurre entre nosotros en la actualidad, son los dos
aspectos, las dos caras de esa realidad, que hemos aprendido del
entorno cultural por medio de los lenguajes y los mundos simbólicos
que los humanos generamos para comunicarnos las experiencias, pensamientos
e imaginarios sobre el mundo, en el mundo.
Entre las otras funciones sociales
de dicho discurso es muy importante tener en cuenta que allí
se generan el simbolismo, la significación y el sentido de
sí mismos que generan a su vez el principio de identidad
de los sujetos y las sociedades. Para los muiscas, este principio
se basaba en conocimientos tales como saberse hijos de Bachue (símbolo
de la tierra y de lo femenino) y protegidos del padre sol (símbolo
de las fuerzas astrales y de lo masculino) que para ellos eran fuerzas
o potencias ancestrales que dualmente conducían el mundo,
la naturaleza, la sociedad, el comportamiento cósmico y microcósmico.
Volviendo al asunto del lenguaje,
si bien un signo puede contener un mensaje, "...un mensaje puede
ser (y casi siempre es) Ia organización compleja de muchos
signos.(26)"
Observando el arte rupestre como
código gráfico o icónico, como mensajes representados
en íconos, significa que tales íconos tenían
un valor significante para los usuarios, y por lo tanto un valor
de uso, hecho importante que lleva a repeler insinuaciones que han
obstaculizado el estudio del arte rupestre de la zona, de que petroglifos
y pictografías fueron realizados al azar o por juego, y que
por ello mismo carecen de cualquier significación, motivo
para que los investigadores no pierdan el tiempo.
El hecho de pensar el arte rupestre
a través y por medio de un esquema comunicativo conlleva
a que su estudio debe establecer la manera como la sociedad codificó
esos íconos y los sentidos que ellos representaban tanto
para los emisores como para los destinatarios, codificación
cuyo proceso y contenido debe buscarse en las prácticas religiosas
dirigidas por los sacerdotes y en la manera como ellas modelizaban
la concepción del mundo a través de los mitos, los
tabúes, los ritos, las leyendas y las costumbres, pues son
esos espacios y concepciones los que asignaban colectiva y convencionalmente
los procesos semióticos de la cultura.
Como signos icónicos, la
pictografía y el petroglifo son representaciones de ideas
y pensamientos que se desplazan en un espacio, tal como lo hace
cualquier sistema comunicativo, creando relaciones espacio-temporales
codificadas que los usuarios podían fácilmente descodificar,
así como nosotros seguirnos la dirección lineal de
nuestra forma de escritura. Esto no significa que los muiscas siguieran
la direccionalidad occidental y para el investigador este uno de
los problemas, soluble en la medida en que se tengan las posibilidades
investigativas de la totalidad semiótica de la cultura pintora
o grabadora y las posibilidades de involucrar al observador observando
su observación. Este aspecto le quita a la observación
del arte rupestre muisca todo prejuicio de objetividad. De hecho,
los trabajos anteriores sobre Bachue y Bochica no son objetivos,
no pueden serlo si hablamos en serio, son creaciones, o para decirlo
con palabras de Morin, cocreaciones surgidas en las interacciones
entre un sistema simbólico de una sociedad desaparecida y
el sistema simbólico del presente cultural inmerso en un
sujeto observador. Cada una de las cosas que decimos en los trabajos
anteriores, puede o no corresponder a aquello que los usuarios muiscas
entendían y eso no nos preocupa, pues esto le pasa a todos
los observadores. Otra cosa es que tengan o no tengan conciencia
de ello.
Los íconos del arte rupestre
configuran una organización representacional expresiva, que
puede ir en su plano de expresión desde las llamadas formas
"naturalistas" hasta las "abstractas" o "geométricas". Note
aquí el lector que hemos colocado entre comillas los calificativos
pertenecientes a la cultura occidental. No se hace por capricho,
es que el sistema simbólico en que nos expresamos no es el
mismo de los muiscas y estamos seguros que no sirven para describir
de la misma manera que entre ellos sus pensamientos, sentimientos
e imaginarios. Sirven para los usuarios de la cultura greco-judía-cristiana,
quienes al usarlos para describir otras realidades no hacen más
que acomodar lo desconocido a las categorías de pensamiento
y expresión de lo conocido, sin realizar el esfuerzo de crear
nuevas categorías o retomar las categorías de las
culturas exóticas como categorías válidas para
la descripción de los hechos de su propia cultura. En este
punto es donde hemos hablado de colonialismo en las ciencias sociales,
colonialismo que se nota en que cuando describimos realidades indoamericanas
lo hacemos en el sistema perceptual y conceptual de los colonizadores,
y peor aún, con las categorías, esquemas y modelos
de pensamiento de los siglos XVI y XVII, tal como lo hacen los historiadores
colonizados de la época colonial.
Esta parte formal, es también
significativa, pues es un lenguaje dentro del lenguaje al dar sentido
a la formación estética que hallamos en todo arte,
y puede damos información, si sabemos entresacarla del ruido,
sobre el nivel de desarrollo global de la sociedad, según
experiencias en otras partes del mundo, donde se ha formalizado
un esquema explicativo en referencia a los llamados "estilos".
En cuanto al arte llamado "naturalista
" es un poco fácil su descodificación y el ensamblaje
de su contenido en la totalidad cultural, pues representa objetos
de la naturaleza o artefactos sociales y muchas veces un mensaje
complejo con ambos. Muchos de sus mensajes explicitan formas económicas
como escenas de caza y rituales sociales como danzas, actos sexuales,
consumo de enteógenos, etc. Otros muestran la flora y la
fauna de una región o aquellas plantas y animales que usaban
y consumían en su forma económica o ritual. En síntesis,
este tipo de arte rupestre se nos muestra benévolo en la
posibilidad interpretativa, la cual puede ampliarse con el estudio
arqueológico de los restos materiales, con informaciones
biológica, etnohistórica y etnolingüística.
Mayores problemas nos presenta el
segundo tipo, el arte catalogado como "abstracto" o "geométrico",
pues allí el mensaje hay que buscarlo con más cuidado.
Este arte aparenta representamos juegos lineales inconexos e incomprensibles
y en el mejor de los casos esquematizaciones de objetos naturales
y de artefactos difícilmente reconocibles a quienes como
observadores contemporáneos miramos una cultura del pasado
con los ojos y la percepción de nuestro presente. Allí
hay que buscar ideas, conceptualizaciones y modelizaciones de la
visión del mundo que muchas veces no corresponden a objetos
sensibles, sino a representaciones mentales de conceptos filosóficos,
matemáticos, geométricos; astronómicos, etc.,
o a abstracciones sobre los elementos de la corporeidad del mundo
y del hombre, y también a abstracciones sutiles de la historia
mítica. Muchas de estas representaciones gráficas
del arte rupestre son representaciones de representaciones abstractas,
de ideas, de pensamientos, cuya interpretación o su ubicación
como elemento de la cultura nos es muy difícil.
Cualquiera que sea el caso, estos
signos icónicos no nos muestran objetos (como la fotografía),
sino contenidos culturales que corresponden a objetos naturales,
artefactos, abstracciones, pensamientos e ideas existentes en la
cultura. Esto es sencillo de entenderlo, pues lo que el ícono
nos muestra no es el objeto real sino el contenido cultural del
objeto por medio de una transcripción o traducción
realizada mediante artificios gráficos no del objeto real
, sino de las propiedades y características culturales que
la sociedad le atribuye a ese objeto.
Entendámoslo con la ayuda
de Eco: "Una cultura, al definir sus objetos, recurre a algunos
CODIGOS DE RECONOCIMIENTO que identifican rasgos pertinentes y caracterizadores
del contenido. Por lo tanto un CODIGO DE REPRESENTACION ICONICA
establece que artificios gráficos corresponden a los rasgos
del contenido o a los elementos pertinentes establecidos por los
códigos de reconocimiento.(27)"
Estas ideas recalcan la importancia
del contenido cultural en el arte rupestre, pues lo que se representa
y se muestra para comunicar no es lo que "SE VE del objeto, sino
lo que se sabe o lo que se ha aprendido a ver.(28)"
Esta apreciación es válida tanto para el objeto de
arte rupestre como para el observador de arte rupestre, pues este
también forma parte de una cultura que le ha enseñado
a ver y a saber sobre los objetos del mundo, sobre el mundo, sobre
los seres humanos, sobre sus pensamientos, etc. Toda descripción
que hagamos, muestra más sobre los sujetos observadores que
sobre los objetos observados.
El entendimiento de esto es de vital
importancia, pues lo que se sabe de un objeto forma parte del utillaje
mental, teórico y práctico de una cultura y es una
visión particular que surge de la experiencia cotidiana,
del vivir , trabajar y pensar de los miembros de una sociedad. De
esta manera el mensaje emitido en el ícono se hace reconocible
y por lo tanto significativo, sin importar su nivel de realismo
o esquematismo, pues lo importante aquí es la convencionalidad
del código de reconocimiento y su aceptación social.
Estos planteamientos apuntan a la
búsqueda de posibilidades teóricas y metodológicas
para la descripción e interpretación del arte rupestre
y hace un llamado a las disciplinas que lo abordan a buscar la interdisciplinariedad,
a apropiarse del objeto y del método de otras ciencias para
nutrir la suya propia y permitirle aquello que Fals Borda llama
"la imaginación científica.(29)"
5. LA PRODUCCION INVESTIGATIVA
Aquello que producimos cuando hablamos
sobre arte rupestre es solo aquello que, como observadores emocionales
en el lenguaje, percibimos, concebimos y describimos como arte rupestre,
lo que significa, que para este o cualquier otro conocimiento, debemos
reconocer nuestros límites informacionales, biológicos,
antroposociales y cultural-noéticos. La descripción
que hacemos está determinada por aquello que somos y hacemos
como observadores, determinada por nuestra biología, nuestra
sociedad, nuestra cultura y nuestros esquemas, paradigmas, teorías
y métodos cognitivos. Estos aspectos nos configuran como
seres vivientes en el lenguaje, y configuran nuestro hacer ontológica
y epistemológicamente. En nuestra cultura occidental se han
dado dos caminos cognitivos en relación al objeto y al sujeto
de la observación.
El primero, propio de la ciencia
clásica, ha practicado el principio de la separabilidad entre
sujeto observador y objeto observado, la reducción de la
explicación del todo a la explicación de las partes,
la disyunción entre las partes, entre éstas y el todo,
entre el todo y sus entornos. Es el camino que Maturana llama de
la objetividad sin paréntesis, o dominio de las ontologías
trascendentales, cuyos postulados "suponen la posesión
de un acceso privilegiado a una realidad objetiva por el observador
que explica, y en él los observadores no se hacen cargo de
su mutua negación en sus desacuerdos explicativos ya que
ésta es la consecuencia de argumentos cuya validez no depende
de ellos. Es en este camino explicativo donde una pretensión
de conocimiento es una demanda de obediencia.(30)"
En este camino explicativo hallamos
La Realidad y El Universo, es decir, una sola posibilidad perceptiva
y explicativa, y un objeto aislado, explicable en relación
a su falta de relación con los demás objetos del contexto
y con el sujeto que lo percibe y lo explica. Este tipo de objetividad
ha expulsado al sujeto cognoscente de su participación en
el conocimiento, ha fragmentado el conocimiento en ciencias, disciplinas,
especializaciones e hiperespecializaciones.
El segundo camino explicativo es
el de la objetividad entre paréntesis, en el cual el observador
acepta: "a), que él o ella es, como ser humano, un sistema
viviente; b), que sus habilidades cognitivas como observador son
fenómenos biológicos ya que son alterados cuando su
biología es alterada, y desaparece con él o ella en
el momento de la muerte; y c), que si él o ella quiere explicar
sus habilidades cognitivas como un observador, él o ella
debe hacerlo mostrando cómo surgen como fenómenos
biológicos, en su realización como un sistema viviente.
Más aún, adoptando este camino explicativo, el observador
tiene que aceptar como sus características constitutivas,
todas las características constitutivas de los sistemas vivientes,
particularmente sus incapacidades para distinguir en la experiencia
lo que en la vida diaria distinguimos como percepción e ilusión.(31)"
En este camino explicativo las nociones
clásicas de objeto y objetividad ceden su lugar a una concepción
no clásica de la noción de sistema y de interacción
sistémica reflexiva entre sujeto y objeto. En palabras de
Navarro: "...un sistema, en lugar de ser una estructura definible
como una realidad separada del sujeto que la considera, es una entidad
definible justamente en su relación con ese sujeto.
Dicho de otro modo, desde esta perspectiva no clásica un
sistema es una realidad compuesta por un sujeto y la realidad que
ese sujeto intenta objetivizar. La estructura y la actividad aparece
así como dependiente de la actividad del sujeto que la define,
y viceversa. Considerado de este modo, un sistema adquiere características
reflexivas, al resultar constituido por la flexión
recíproca de la actividad del sujeto sobre la actividad del
sistema presuntamente objetivo por él definido.(32)"
La reflexividad sujeto / objeto
hace decir a Ibáñez: "Un físico es un
trozo de materia que investiga la materia. Un biólogo es
un trozo de vida que investiga la vida. Un sociólogo es un
trozo de sociedad que investiga la sociedad. Todos son espejos que
el universo se pone en su centro."(33)
De esta manera, los conocimientos científicos se nos muestran
reflexivos en el sentido en que la observación se realiza
al interior del objeto, dado que el sujeto observador, los instrumentos,
medios y técnicas de observación no pueden situarse
fuera de las cualidades física, biológica, social
y cultural y noética del objeto, del sujeto y de sus interacciones.
Esto significa que el objeto es
coproducido por el observador, que se hace objeto en la medida en
que un observador lo objetiviza con sus mediciones y su lenguajeo.
Pero esta actividad no le proporciona al objeto un estatuto de objetividad
a la manera clásica, sino en cuanto relación, interacción,
interretroacciones, interpenetraciones. Lo que se dice del objeto
no es lo que el objeto es, desligado de su relación con un
sujeto observador, es el resultado de tales relaciones.
También significa que cuando
escribo sobre arte rupestre, al igual que cuando hablo sobre cualquier
otra cosa, me estoy desnudando, pues el lenguaje que uso para informar
sobre cualquier cosa, tiene la propiedad de comunicar más
sobre el usuario que sobre lo que éste intenta comunicar.
Todo escrito al igual que toda habla se hace desde la historia particular
e intransferible de un sujeto y remite siempre a las relaciones
de este sujeto con el mundo, el entorno, la cultura, el momento
histórico, la experiencia personal. Dicha experiencia en
y del mundo expresada en la observación de un objeto remite
necesariamente a sus saberes e ignorancias, a los paradigmas que
rigen su pensamiento y su observación. En el pensamiento,
aunque muchas cosas se rigen por el azar, hay un lugar muy especial
en el que dominan los polideterminismos: individuales, sociales,
históricos, culturales, noéticos, de lenguaje, de
concepción, de pertenencia, etc.
Desde la teoría de sistemas
la observación es una función sistémica de
las interacciones entre un sistema observador y un sistema a observar,
con la característica específica de que el sistema
a observar no existe previamente a las distinciones que realiza
el sujeto el sujeto observador. El sistema a observar es una reducción
de la complejidad en un ecosistema, en un entorno, es la separabilidad,
ontológica, lógica, lingüística y cultural
que realizamos para aprehenderlo, percibirlo y describirlo. De ahí
que la observación tenga que realizar esta operación
y al mismo tiempo revertirla. La observación clásica
no hace la reversión, dado que ha pensado un mundo de objetos
separados entre sí y separados del observador. La observación
en los nuevos paradigmas propone recomponer el sistema en sus partes
integrantes, describir los niveles, relaciones, jerarquías,
interacciones y retroacciones entre los elementos, entre éstos
y la totalidad, entre los elementos y el sistema con el entorno
y los sistemas en el entorno, entre el sistema a observar y el sistema
observador en una cascada transfinita de relaciones intersistémicas.
De esto se desprende que las características de un sistema
no sean más que las características del entorno, creadas
por las operaciones de distinción que realiza un sujeto observador.
Así entendemos que Maturana haya dicho que no conocemos un
mundo, sino que alumbramos un mundo.
La producción investigativa
es una rama especializada de la producción espiritual por
medio de la cual, una o varias de las llamadas ciencias: física,
biología, ciencias sociales, humanísticas y del lenguaje
tratan de crear objetos y métodos racionales para percibir,
comprender y explicar los fenómenos que percibe de la naturaleza,
de la sociedad y de los individuos. Inicialmente la ciencia ha sido
un monopolio occidental, pues la cultura occidental en su prepotencia
expansiva, mirándose a sí misma como la única
culta y civilizadora, se ha creído también la única
productora de conocimientos a los que por sus métodos de
verificación y cuantificación ha llamado ciencia.
Esa jactancia aunada a roles económicos,
militares, políticos y culturales de dominación sobre
los pueblos de su periferia la condujo por el escabroso camino de
la destrucción y deformación de las culturas de los
pueblos que trataba de "civilizar". Antecedentes como este, frenaron
aquí y allá durante largo tiempo el estudio científico
de las manifestaciones culturales de ese "otro" que occidente reconocía
como inferior y bárbaro. Además de eso, los estudios
que se realizaban estaban cegados y sesgados por la racionalidad
científica occidental, por el etnocentrismo y por el espíritu
colonial que fue heredado inconscientemente por muchos científicos
sociales criollos y mestizos que siguen valiéndose para sus
observaciones del lenguaje, las categorías y los puntos de
vista de los colonizadores. De ahí que en referencia al arte
rupestre de los muiscas y a la pintura sobre cerámica se
haya dicho en los siglos XIX y XX que no vale la pena estudiarlos
porque es como un juego de niños que carece de significación
alguna.
Sin embargo, esa misma cultura occidental
regodeada de narcisismo, en la búsqueda de sí misma,
se vio obligada a indagar aquello que había negado o destruído
en otras partes del mundo, y bebiendo el saber de su pasado, el
de sus bajos fondos y el de los "pueblos de color", fue encontrando
otras posibilidades de lógica, de mentalidad, de racionalidad,
de vida y otras cosmovisiones y modos de ser y actuar que de alguna
manera debía, por lo menos, enunciar en su enciclopedia y
encontró que, "La semiótica resultó ser así
el punto a partir del cual la ciencia podía recuperar prácticas
significativas largamente ocultadas, marginadas de la cultura europea
oficial, declaradas irracionales o peligrosas por una sociedad que
obedece a las leyes unívocas y lineales del habla y del intercambio.
En la actualidad, la semiótica se orienta hacia el estudio
de la "magia", de las adivinaciones, de la poesía, de los
textos "sagrados", de los ritos, de la religión, de la música
y de la pintura rituales, para descubrir en sus estructuras dimensiones
que obstruye el lenguaje de la comunicación denotativa. En
este quehacer, supera las fronteras del discurso europeo y se ocupa
de los complejos semióticos de las demás civilizaciones,
intentando escapar así a una tradición cultural cargada
de idealismo y mecanicismo."(34)
Como ciencia emergente, la semiótica
es un nuevo intento de comprensión teórica un poco
alejado y crítico de la ciencia tradicional occidental que
trata del quehacer del hombre y deja entrever que "...la cultura
por entero es un fenómeno de significación y de comunicación
y que humanidad y sociedad existen solo cuando se establecen relaciones
de significación y procesos de comunicación."(35)
Aun cuando la semiótica se
busca como articuladora y enlace de las ciencias, ha sido el movimiento
crítico al interior de estas el que les ha permitido acudir
a los lenguajes en la búsqueda de modelos nuevos, o como
asevera Kristeva: "Dicho de otro modo, ya que la práctica
(social, es decir la economía, las costumbres, "el arte",
etc.) es considerada como un sistema significativo "estructurado
como un lenguaje", toda práctica puede ser científicamente
estudiada en tanto que modelo secundario con relación a la
lengua natural, modelada sobre esa lengua y modelándola."(36)
Esto lo está logrando en la medida en que apoyándose
en el desarrollo y producto de las ciencias, se va apropiando críticamente
de los objetos y los métodos de ellas para sus propios planteamientos,
al tiempo que abre nuevos caminos a aquellas ciencias cuyos desarrollos
toma en su expansión teórica.
Hoy pensamos que si las ciencias
del lenguaje se unen para realizar una descripción del arte
rupestre han realizado una tarea loable, pero incompleta, dado que
siguen actuando en forma crítica y constructiva pero dentro
de los parámetros del paradigma clásico que impuso
la reducción y la disyunción de los saberes, la separación
del sujeto observador del objeto observado y la utilización
de los métodos monodiciplinares para la percepción,
concepción y explicación de los fenómenos y
los hechos sociales y culturales.
El movimiento del conocimiento científico
en general y el movimiento científico en las ciencias sociales
en particular, requieren miradas en los nuevos paradigmas, en las
innovaciones teórico-metodológicas, en la actualización
de aquello que hic et nunc se nos presenta como una nueva
racionalidad que pone en función y que funciona con principios
antagónicos a los de la reducción y la disyunción.
Cuando en las páginas anteriores
hicimos posible una visión sistémica de la producción
social, en la cual, se insertaría como uno de sus elementos
constitutivos la producción espiritual y dentro de ella la
producción de arte rupestre, estamos ante una nueva visión
del mundo que nos muestra no objetos, sino sistemas y que éstos,
específicamente los sistemas abiertos, entre los cuales se
encuentran y nos interesan los sistemas vivientes, los sociales
y noéticos como parte de ellos, para existir y ser vistos
como tales sistemas, necesitan de un continuo e ininterrumpido intercambio
con el entorno y los sistemas en el entorno, ya que como tales sistemas
abiertos mantienen su organización en la medida que haya
flujo de energía, materia e información desde el exterior.
Un sistema complejo a observar como
es el arte rupestre, aquí y ahora no se puede observar bajo
los presupuestos de insularidad, separación y disyunción.
Requiere de una observación compleja con métodos inter-trans-discilinarios,
con libertad interpretativa y descriptiva en la combinación
de apreciaciones, conceptos, métodos y teorías de
varias ciencias y disciplinas.
6. INTER-TRANS-DISCIPLINARIEDAD
El discurso de la ciencia clásica
ha sido monológico y monolingüístico, ha separado
el mundo en objetos aislados y aislables en la observación.
Física, biología y disciplinas sociales separando
los objetos unos de otros y estos del observador. La ciencia no
clásica, por lo menos a partir de la teoría de sistemas
y de la cibernética nos presenta la crisis de la mirada objetual
y nos propone la mirada sistémica y constructivista. Como
los sistemas no son cosas que hay en el mundo sin la participación
del observador, su observación requiere enormes cambios en
los conceptos, las teorías, los instrumentos y los métodos
cognitivos.
La ciencia fragmentada y disciplinaria
es incapaz de mirar la unidad y la diversidad y la diversidad en
la unidad. Ya no hay unidades simples a observar con una mirada
simplista, hallamos sistemas complejos que requieren miradas complejas.
El mundo disciplinario e insular requiere una reconversión
hacia un mundo multi y transdisciplinario y peninsular, unido en
relaciones complejas (antagónicas, concurrentes y complementarias)
no solo en las percepciones, sino en los conceptos y las apreciaciones,
no solo pensando relaciones esporádicas, simples, deterministas
y lineales, sino relaciones que son recursivas y complejas: interacciones,
interretroacciones, dialógicas, polideterminaciones, de causalidad
no lineal, en otras palabras, relaciones sistémicas(37).
En los capítulos anteriores,
con todos los errores e ilusiones en que podamos haber incurrido,
hemos tratado de mostrar que el estudio del arte rupestre requiere
de los conocimientos de esas unidades que son la sociedad y la cultura
y que no fueron percibidas como unidades aisladas, sino sistémicamente
interretroactivas entre sí y con los entornos, que no fueron
percibidas como unidades cerradas, sino como sistemas dinámicos,
abiertos y en continua transformación e interacción
una con otra. Allí y en los textos anteriores que hemos escrito
sobre los muiscas pudimos observar que en las acciones conductuales
de esta sociedad no hay separación entre las esferas profana
y sagrada, entre el mito y el rito, entre la vida cotidiana y el
pensamiento, entre el pensamiento mítico-religioso y el empítico-positivo,
entre idealismo y pragmatismo, entre las relaciones sociales y las
relaciones de la sociedad con la naturaleza, entre el pensamiento
y la acción, entre la concepción y la práctica,
entre el discurso y la vida, entre el arte, la sociedad, el pensamiento
y las actividades utilitarias y significantes. Allí la economía
(política, del intercambio de cosas; libidinal, del intercambio
de personas; y significante, del intercambio de mensajes) se nos
muestra como un sistema general de intercambios en los cuales los
intercambios económicos son al mismo tiempo libidinales y
significantes, los libidinales son al mismo tiempo económicos
y significantes y éstos son al mismo tiempo económicos
y libidinales y todos ellos se hallan en interpenetración
constituyéndose cada uno con partes de los demás y
determinándose unos a otros desde dentro y desde fuera en
una unidad que es plural, unidad de lo diverso que llamó
Marx, unitas multiplex y complex que llama Morin.
Unidad compleja constituida con
elementos heterogéneos cuyas relaciones son antagonistas,
concurrentes y complementarias. Unidad no dada fuera de la concepción
del observador, unidad y diversidad dadas en la relación
reflexiva con las acciones conductuales del observador, unidad cocreada
por las inflexiones objeto / sujeto. Y ¿que ha colocado allí
el observador? En palabras de algunos lectores, anarquía,
complicación, literatura barata como escribió una
"investigadora" en el viejo paradigma. Allí he
colocado mi visión del mundo, el lenguaje con que me relaciono
con el mundo, mi experiencia de esa relación, he colocado
todo lo que soy, lo que pienso, lo que actúo, allí
están en vista al público mis ignorancias, mis sabidurías,
mis emociones, mi lenguajeo, con todo ello he creado un mundo que
es mi visión, mi percepción y mi descripción
de los muiscas. Y no lo he realizado desde una sola disciplina.
De ahí que mis calificadores oficiales para ascenso en el
escalafón hayan opinado de manera semejante: los antropólogos
dicen que no es antropología, los historiadores que no es
historia, los lingüistas que no es lingüística,
nadie me ha aceptado en su mundo insular y como no he pertenecido
a ninguna asociación profesional les he ahorrado el trabajo
de expulsarme. He sido como otros innovadores, incomprendido, marginal,
pero ello ha sido un estímulo muy grande y me ha permitido
el nomadeo por los campos sagrados de los especialistas, me ha permitido
romper los setos, los cercos, apropiarme de los puentes levadizos
y pasearme por las diversas torres de marfil, incursionar en los
secretos y llegar al almenar desde donde se alumbra un mundo diferente
sin pensarme diferente de ese mundo y siendo consciente de que en
mi relación con el mundo lo hago desde la perspectiva de
todos los sistemas vivientes y desde la perspectiva de los seres
humanos que viviendo en el lenguaje nos relacionamos con el mundo
de manera compútica y de manera lenguajeante y que en el
lenguaje creamos mundos imaginarios y simbólicos que sincronizamos
con el mundo real y pensamos que son reales.
Estas palabras son autobiográficas
y por ello mismo observación de la observación y observación
del observador. Cibernética de segundo orden. Lo que aquí
interesa es la no especialización, lo generalista que se
necesita para observar un sistema y el método inter-trans-disciplinario.
Una vez aceptada las nociones unitas multiplex y complex,
de sistema complejo, se perciben diversos niveles en lugar de un
solo nivel, elementos heterogéneos en vez de homogéneos,
relaciones polidireccionales y bifurcaciones en vez de lineales
y deterministas, heterarquías y anarquías en vez de
solo jerarquías, policentrismos y acentrismos en vez de solo
centrismo; polivalencias en vez de monovalencias, connotaciones
en vez de solo denotaciones, polisemia en vez de solo monosemia,
multilinealidad y bifurcaciones en vez de solo linealidad; polideterminismos
en vez de solo determinismo, ilusiones y errores en vez de solo
verdades, mundos imaginarios y simbólicos en vez de solo
mundo real, pluriverso en vez de universo, en fin, el juego interminable
de relaciones e interacciones entre unos y otros.
Un sistema complejo requiere una
percepción compleja y ahí una sola disciplina es una
instrumento ineficaz para su descripción, tanto por la disyunción
que separa aquello que está sistémicamente unido,
como por la reducción que reduce el todo al estudio de una
de las partes. De hecho los estudiosos del arte rupestre muisca
por ser monodisciplinarios no pueden ver los entronques sistémicos
entre arte, economía política, libidinal y significante,
entre arte, sociedad, cultura y lenguaje y se han quedado en el
arte por el arte, la fotografía por la fotografia en descripciones
formales, abstraídas del conjunto del intercambio significante,
del conjunto del intercambio político y del conjunto del
intercambio libidinal.
Una visión de mayor consistencia
nos lo presenta el juego de ciencias y disciplinas, cada una de
las cuales aporta sus saberes, métodos y teorías para
la percepción y la descripción, pero no se trata de
crear discursos yuxtapuestos en los cuales las ciencias físico-químicas
nos describan las rocas y los pigmentos, las ciencias biológicas
algunos sistemas vivientes, la lingüística los sistemas
significantes, la arqueología los instrumentos materiales,
las matemáticas y geometrías los sistemas formales,
la economía los sistemas productivos, la política
los sistemas relacionales, la antropología los sistemas sociales
y culturales, y así cada uno de los sistemas percibidos en
una cascada de descripciones que siguen separadas unas de otras
sin lograr la recomposición de la unidad de lo diverso. Se
trata -como dice Morin- de un nuevo tipo de interdisciplinariedad
que sea capaz de generar nuevos conocimientos, porque la unión
y conjunción de especialistas en la cual, cada uno desde
su pequeña parcela del mundo, genera su propio y aislado
discurso genera datos, pero no conocimiento.
De ahí que cualquier proceso
interdisciplinario sea necesariamente poli-disciplinario en el aspecto
en que concurren varias disciplinas, trans-disciplinario, en cuanto
que el discurso generado atraviesa dichas disciplinas y meta-disciplinario
porque está en la disciplina, pero se ubica más allá
y más acá de una disciplina insularizada, todo ello
simbiotizado en un proceso complejo de percepción y descripción
capaz de generar nuevo conocimiento en una lengua franca.
La visión inter- disciplinaria
de nuevo tipo permite observar el engranaje sistémico de
los mundos o ecosistemas fisico biológico, antropológico,
económico, político, cultural, mítico, religioso,
y noético que soportan el sistema significante del arte rupestre
y le permiten los intercambios retroactivos de materia, energía
e información que lo hacen probable.
Con el programa de investigación
creamos el sistema a observar, constituimos los instrumentos de
observación (teorías, conceptos, nociones) y las técnicas
o métodos a utilizar, de tal manera que el programa que constituye
objeto, instrumentos y técnicas es a su vez constituido por
ellos, y en ese proceso de retroacciones, mutuas transformaciones,
organizaciones y reorganizaciones, el programa, el objeto, los instrumentos
y las técnicas son modificables por la acción sistémica
de los elementos constituyentes, y entonces, se hace posible la
observación por el juego de los elementos entre sí,
de estos con la totalidad, de esta con los entornos que la configuran
y alimentan como sistema generado por el observador para relacionarse
el sujeto con el objeto, el sujeto observador que es una parte del
mundo con uno de los fenómenos o eventos del mundo que se
intenta objetivizar en la acción del sujeto observador.
La investigación del arte
rupestre, como cualquier investigación social, al decir de
Ibáñez es una tarea necesaria e imposible. "Necesaria:
pues la visión (semántica) y el manejo (pragmático),
"racionales", del orden social la exigen. Imposible, de
derecho y de hecho: de derecho, pues el orden social solo funciona
si es inconsciente; de hecho, pues es paradójica (las pruebas
empírica y teórica son sentencias autorreferentes,
la prueba empírica exige medir la sociedad con instrumentos
sociales, la prueba teórica exige hablar del habla o pensar
el pensamiento)(39).
Las interacciones con el arte rupestre
que lo constituyen como sistema a observar y que a la vez constituyen
al observador que in-forma los instrumentos de observación,
dictan la necesidad de la observación, obligan a la cultura
científica, y específicamente a los muiscólogos
a ocuparse de él. ¿Cómo lo hacen? En el lenguaje,
con su mundo de lenguaje, en otras palabras, con sus sabiduría
e ignorancia, con su concepción del mundo (semántica),
generando un discurso que lo describe para involucrarlo al conocimiento
y a la sociedad (pragmática). Todo ello es racional, se genera
un conocimiento, (determinado por la cultura científica,
por la del observador, por la historia, etc.) que introduce en la
enciclopedia un nuevo objeto. El observador cree hacer lo correcto
y la sociedad lo premia, le da el título de especialista
en arte rupestre al comprobar que cumple su rol de observador, le
da mayores espacios y lo hace líquido en la doble denotación
de esta palabra: le financia su hacer y lo pone a circular por los
canales establecidos (cátedras, investigación, congresos).
Hasta ahí lo que exige el orden social inconsciente que hace
necesaria la observación.
Pero la tarea es imposible: de una
imposibilidad inconsciente en las descripciones del paradigma de
la ciencia clásica y consciente en las descripciones de la
ciencia no clásica. En la primera se produce un conocimiento
que se cree verdadero y objetivo, por lo tanto digno de estar en
la enciclopedia, mientras que en la segunda se está cierto
de la incertidumbre y de la imposibilidad. En la primera la descripción
es objetiva, es decir, producida por un sujeto que ha sido expulsado
del proceso de conocimiento, en la segunda la descripción
es subjetiva, lo que significa que es producida por un sujeto que
sabe que en sus emociones y lenguajeo puede producir en sus interacciones
con el mundo un conocimiento que siempre estará limitado
por su ontología, su epistemología y su lenguaje.
La investigación social continúa
Ibáñez- es paradójica. "La función
veritativa articula dos pruebas: una empírica o inductiva
(adecuación a la realidad) y una prueba teórica o
deductiva (coherencia del discurso). Ambas pruebas constituyen sentencias
autorreferentes."
Ni la prueba empírica, ni
la prueba teórica en el arte rupestre nos van a dar la razón.
Allí encontramos una imposibilidad de adecuación a
la realidad si esta existiera fuera de la función observadora
del sujeto. Aquí la realidad está configurada por
la inflexión sujeto / objeto, de tal manera que lo que llamamos
arte rupestre es aquello que como sistemas vivientes en el lenguaje
determinamos como tal y esa distinción en el lenguaje es
una creación de las interacciones sujeto / objeto que no
tiene validez sino en el orden simbólico que preexiste a
ambos. También encontramos una imposibilidad de la coherencia
del discurso, pues generalmente se olvida el papel y el mecanismo
del lenguaje en la configuración del conocimiento.
¿Por qué ocurre esto?
Porque el objeto solo puede ser objetivado por un sujeto en el lenguaje
y el lenguaje conlleva una serie de cargas culturales para realizar
las operaciones de aprehensión y descripción. Estas
cargas hacen que lo que digamos del objeto no es lo que el objeto
es en sí, sino aquello que la cultura ha aprehendido y codificado
del objeto. Aquello que Eco ha llamado unidades culturales. Porque
desde la experiencia cuántica sabemos que el proceso de observación
y de medición modifican el objeto de tal manera que una descripción
de primer orden ya no da cuenta del objeto y se necesita una de
segundo orden: descripción de la descripción, y ésta
a su vez una descripción de la descripción, y ésta
a su vez... Aquí juegan un papel muy importante los principios
de indeterminación de Heisenberg y de incompletud de Gödel,
que en palabras de Ibáñez dicen: "No se pueden
determinar, a la vez, la posición y el estado de movimiento
de una partícula. Si determinamos la posición, indeterminamos
el estado de movimiento (partícula). Si determinamos el estado
de movimiento, indeterminamos la posición (onda)." "Una
teoría no puede ser, a la vez, consistente todos los
enunciados son verdaderos- y completa todos los enunciados
verdaderos están contenidos en ella. Habrá un enunciado
verdadero, pero indemostrable. Una teoría no puede probarse
a sí misma."(40)
La indeterminación y la incompletud
parecen mostrar que el conocimiento es imposible y eso es cierto
si se mira desde la ciencia clásica y no es cierto desde
la ciencia no clásica que entiende el conocimiento como ese
oscuro objeto del deseo, que insistentemente persiguen los científicos
y que no logran alcanzar.
Si determinamos la posición
del arte rupestre tenemos la partícula, quieta, separada,
inexplicable por su separación de los entornos que determinan
su sentido, su significado y su pragmática. Si determinamos
el estado de movimiento tenemos la onda y si en física se
nos pierde la partícula, en arte rupestre y en ciencias sociales
no ocurre lo mismo, pues necesitamos jugar con ambas determinaciones
para mostrar tanto la partícula como la onda, y no tanto
eso, como las reglas del juego entre una y otra de tal manera que
podamos describir los engranajes, interacciones e interretroacciones
en forma dialógica y compleja.
Uno de los problemas mayores del
estudio del arte rupestre es que muchos de los íconos conocidos
pertenecen a sociedades desconocidas de las cuales no se tienen
informaciones de ninguna clase. Entonces solo se tiene una onda
congelada que es la partícula, gnoseológicamente separada
del movimiento de la sociedad que la hizo y explicable solo por
inferencia etnográfica. En el caso de los muiscas tenemos
alguna que no toda la información, pero es suficiente para
hacer lo que hemos hecho arriba: generar discursos explicativos
con retazos de unidades culturales, conjugando (poniendo a jugar
juntas) diversas partículas o elementos para obtener el movimiento
que las unas imprimen a las otras para hallar el sentido general
y los significados particulares.
Así, el ícono es puesto
en movimiento por la narración mítica, por el significado
de los significantes de dicha narración, por el lenguaje
que pone en movimiento a las anteriores y a su vez es puesto en
movimiento por ellas. En otras palabras, cada uno de los sistemas
es generado por elementos los otros sistemas, es disparado o constreñido
por ellos que lo jerarquizan o heterarquizan, lo posicionan o lo
desplazan, le dan los sentidos posibles de la cultura etc., y así,
de onda congelada la ponen en movimiento para que tenga su propio
movimiento y al mismo tiempo ese movimiento se sincronice con el
movimiento de las otras ondas a su vez descongeladas por el movimiento
del sistema global.
El arte rupestre un nudo de interpenetraciones
significantes. Constituido con partes de los demás sistemas
significantes, semánticos y práxicos de la sociedad,
constituido por el juego interretroactivo de dichas partes que lo
configuran y conectan a la unidad global con su sentido, su semántica,
su pragmática, constituido en el cruce de las acciones de
los elementos y de los sistemas en el entorno, en el cruce de los
significados operantes. Por lo tanto, esos sistemas influyen en
el sistema desde dentro y desde fuera, aspecto, que en la observación
y en la descripción no deben pasar inadvertidos. De ahí
la necesidad del concurso de varias ciencias y disciplinas, tal
como ha ocurrido en el estudio del proceso antropo-socio-genético(41).
CITAS
2.Estos conceptos
los hemos comenzado a describir en, ROZO GAUTA, José. El
enfoque sistémico: un acercamiento al estudio de la cultura.
En: Memorias del Quinto Congreso de Historia, Bogotá, ICFES,
1986.
3.MARX, Karl. Elementos fundamentales
para la crítica de la economía política. (borrador)
1857-1858, México, Siglo XXI, 1975, p. 6.
4.Ibid, p. 8.
5.Ibid, pp. 12-13.
6.IBÁÑEZ, Jesús.
Las paradojas de la investigación social: una tarea necesaria
e imposible. En: Anthropos, Suplementos 22, Barcelona, octubre
de 1990, p. 179.
7.Ibid, p. 22.
8.Ver: LUHMANN, Niklas. Sistemas
sociales. Lineamientos para una teoría general. Barcelona
Anthropos, 1998, p. 201 y ss.
9.Ampliar estos conceptos en LUHMANN,
Op. cit, Cap. 6, y en MORIN, Edgar. El método. Vida de
la vida. Madrid, Cátedra, 1983, Primera Parte.
10.MARX, Op. cit., pp. 16-17.
11.FROLOV, B. Principios del
simbolismo prehistórico. Revista Ciencias Sociales. No.
1 de 1986, Academia de Ciencias de la URSS, p. 141.
12.GONZÁLEZ DE PÉREZ,
María Stella. Diccionario y gramática chibcha.
Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1987, ps. 295-296.
13.Ibid, p. 200.
14.Ibid, p. 223.
15.Ibid, p. 229.
16.Ver: ROZO GAUTA, José.
Alimentación y medicina entre los muiscas. Capítulo
1. Semiótica del gusto. Bogotá, Ediciones Naidí,
1998.
17 Ibid. Capítulo 2.
18.ROZO GAUTA, José. Sistémica
y pensamiento complejo. III. Observación y auto-observación.
Medellín, Biogénesis, 2004. Cap. I. Enfoque sistémico:
un acercamiento al estudio de la cultura..
19.Seguimos aquí la definición
que trae ROSSI-LANDI, Ferrucio. El lenguaje como trabajo y como
mercado, Monte Avila editores, Caracas, 1972, p. 170: "Un artefacto
en el sentido más general, de arte y factum, es
cualquier producto del trabajo humano, o sea, que no existe "en
la naturaleza", que para existir requiere (ha requerido) la intervención
del hombre."
20.Ibid.
21.MORIN, Edgar. El método
IV. Su hábitat, su vida, sus costumbres, su organización.
Madrid, Cátedra, 1992, pp. 167-168.
22.LUHMANN, Niklas. Op. cit, p.
366, dice: "La sociedad es el sistema social autopoiético
por excelencia. Hace comunicación y todo lo que haga comunicaciones
sociedad. La sociedad constituye las unidades elementales (comunicaci0nes)
de que consta, y todo lo que se forma de esta manera se vuelve sociedad,
se transforma en un momento del proceso de su constitución."
23.LOTMAN, Jurij M y USPENSKI, Boris
A. Semiótica de la cultura. Introducción, selección
y notas de Jorge Lozano. Madrid, Ediciones Cátedra, 1979,
p. 70.
24.PAGAN PERDOMO, Dato. El estudio
del arte rupestre en el contexto de la arqueología como ciencia
social. Ponencia al Primer Simposium Mundial de Arte Rupestre,
13 al 19 de enero de 1986, La Habana, Cuba.
25.ECO, Humberto. Signo. Barcelona,
Editorial Labor, 1976, p. 21.
26.Ibid, p. 22.
27.ECO, Humberto. Tratado de
semiótica general. México, Nueva Imagen+Lumen,
1980, pp. 345-346.
28.Ibid, p. 347.
29.Ver: FALS BORDA, Orlando. Historia
doble de la Costa. 4 vol. Bogotá, Carlos Valencia Editores,
1981-1986.
30.MATURANA, Humberto. La objetividad.
Un argumento para obligar. Santiago, Dolmen Editores, 1997,
p. 22.
31.Ibid.
32.NAVARRO, Pablo. Tipos de sistemas
reflexivos. En: IBÁÑEZ, Jesús. Nuevos
avances en la investigación social. La investigación
social de segundo orden. Anthropos, Suplementos, 22, Barcelona,
1990, p. 51.
33.IBÁÑEZ, Jesús.
El regreso del sujeto. Madrid, Siglo XXI, 1994, p. 13.
34.KRISTEVA, Julia. Semiótica
1. Madrid, Editorial Fundamentos, 1981, pp. 55-56.
35.ECO, Humberto. Op. cit. p.
57.
36.KRISTEVA, J. Op. cit., p. 35.
37.Ver: ROZO GAUTA, José. Sistémica
y Pensamiento complejo II. Sujeto, educación, trans-disciplinariedad.
Medellín, Biogénesis, 2004.
38.IBÁÑEZ, Jesús.
La investigaci{on social de segundo orden. En: Nuevos
avances de la investigación social. Inytoducci{on y selección
de textos de Jesús Ibáñez. Barcelona, Proyecto
A Ediciones, 1998, T. II, p. 181.
39.Ibid, p. 183.
40.Ibid, p. 183-184.
41.Ver: MORIN, Edgar. El paradigma perdido. Ensayo
de bioantropología. Arcelona, Kairós, 1992.
¿Preguntas,
comentarios? escriba a: rupestreweb@yahoogroups.com
Cómo
citar este artículo:
Rozo
Gauta, José.
Insinuaciones
teórico-metodológicas para el estudio del arte rupestre
En
Rupestreweb, https://rupestreweb.tripod.com/rozo.html
2005
Obras del mismo autor
proximamente en www.epigrafe.com
Cultura material de los muiscas. / Los muiscas:
organización socio-política. / Copla de la zona
de influencia chiquinquireña. (En colaboración con
Víctor Raúl Rojas Peña). / Mito y rito entre
los muiscas. / Espacio y tiempo entre los muiscas. / Antioquia
cuenta. Mención de Honor en el Concurso Nacional de Literatura
Negra y Raizal, Colcultura, 1993. / Alimentación y medicina
entre los muiscas. / Relatos de la antigua Bacatá. / Política
y administración en Barbosa. Antioquia. / Historia cultural
de Barbosa Antioquia. / Sistémica y pensamiento complejo.
I. Paradigmas, sistemas, complejidad. / Sistémica y pensamiento
complejo. II. Sujeto, educación, trans-disciplinariedad.
/ Sistémica y pensamiento complejo. III. Observación
y auto-observación. / Resistencias y Silencios. Cultura,
identidad y mestizaje en los Andes Orientales. Segundo puesto
Premio Ensayo Académico "Alberto Lleras Camargo. 1997.
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