El mito del sol y la luna en el arte rupestre de las cuevas de Cuba.

Racso Fernández Ortega / José B. González Tendero.

Grupo Espeleo-arqueológico Don Fernando Ortiz. Sociedad Espeleológica de Cuba. Correo electrónico: racsofdez@yahoo.com

Ponencia presentada en la V Conferencia Internacional “Antropología 2000”, La Habana, Cuba. Diciembre de 2000.

 

Resumen: El arte rupestre como forma de expresión fue concebido por los aborígenes que poblaron nuestro archipiélago con una función fundamentalmente propiciatoria en los períodos iniciales de su desarrollo, para más tarde en el tiempo, concederle, entre otras, una dualidad funcional: propiciatoria-anecdótica. Esta doble funcionalidad se manifestó con mayores evidencias durante la etapa de economía productora o neolítico cuando el hombre primitivo, a falta de escritura, emplea la tradición oral y el arte rupestre como mecanismos para perpetuar la historia, hazañas, héroes y personajes mitológicos de su grupo cultural en sus ceremonias mágico-religiosas. Apoyándonos en los pasajes y relatos mitológicos del Caribe Continental e Insular recogidos por los Cronistas de Indias y los antropólogos y etnólogos de los siglos XVII al XIX, pretendemos demostrar la posibilidad y la validez, de identificar en los diseños rupestres algunos de los personajes estudiados, reconocibles además en otras expresiones iconográficas aborígenes sobre soporte de barro, concha y piedra en volumen así como los pasajes mitológicos en los cuales se encuentran envueltos. Todo este estudio se ve reforzado por el análisis de fuentes de carácter propiamente físico: mediciones espeleométricas, meteorológicas y topográficas.

 

En nuestro archipiélago son innumerables las solapas, cuevas y cavernas, muchas de las cuales nos maravillan por la amplitud de sus bóvedas, sus espléndidas formaciones secundarias o por los millares de murciélagos que en ellas habitan. Por ello no resulta extraño que nuestros aborígenes en no pocas ocasiones los emplearan como lugares sacros. De ahí que en Cuba las estaciones rupestres se localicen en estos sitios, a diferencia de otras regiones de América y el Viejo Mundo. El diseño a que nos vamos a referir está constituido por la combinación armónica de varios “motivos pilotos”, es decir de la línea doble o sencilla rematada por círculos en ambos extremos, que en ocasiones muestran un punto en su interior. Este diseño pictográfico, con mayor o menor nivel de complejidad, ha sido identificado en tres localidades cubanas de Oriente a Occidente. En este mismo orden se describirán los pictogramas, para seguidamente iniciar el análisis detallado de nuestra hipótesis.

 

Fig. 1.- Ubicación geogáfica de las cuevas motivo de estudio

 

Cueva de Las Mercedes

Esta cueva se ubica en la ladera S de la elevación conocida como El Mirador de limones en la Sierra de Cubitas, en la provincia de Camagüey. Esta interesante representación pictográfica se encuentra a unos 12 m de la dolina del salón de la Catedral y a 0.80 m del pavimento de la galería; fue ejecutada con líneas negras y rojas (los ojos son de color terrígeno) de aproximadamente 0.015 m de ancho. Este sugerente diseño está formado por un dúo de círculos paralelos, a manera de rostros antropomorfos unidos entre sí por un par de líneas ligeramente en arco. Para describir el primer círculo nos detendremos inicialmente en aquellos elementos decorativos que rodean su borde superior. Este se caracteriza por una corona formada por una cadena de cuatro triángulos con los vértices dirigidos hacia arriba y termina en una pequeña circunferencia que a su vez es dividida en dos secciones similares por la recta que, como ya dijimos, une a las circunferencias que forman el diseño. En el interior de este círculo aparecen representados dos ojos - con un segmento de recta pintado en el interior de cada uno de ellos - como ávalos ubicados en la porción media y con una pequeña inclinación hacia el centro inferior de éste. La boca es un arco que se une al círculo en ambos extremos mostrando en el interior tres líneas que simulan los dientes. La nariz es un simple fragmento de recta dibujado perpendicular a la boca en el punto medio entre los ojos. El segundo rostro está diseñado con dos círculos concéntricos en el interior de los cuales se observan los ojos y la boca. Los ojos no guardan ninguna relación con los de la imagen ya descrita. El izquierdo está formado por lo que pudieron haber sido dos círculos concéntricos pequeños; mientras que el derecho es otro círculo proporcional a los anteriores que se encuentra dividido, en dos secciones similares, por la recta que lo une al de la izquierda. La boca que aparece ligeramente inclinada está representada por dos líneas paralelas que confluyen, a ambos lados, en el círculo menor. Los dientes (10) también están presentes como segmentos paralelos y perpendiculares a las líneas que forman la boca.

 

Fig. 2.- Pictografía mostrando al Sol junto a la Luna, localizada en la Cueva de Las Mercedes, Sierra de Cubitas, Camagüey, Cuba.

 

Cueva de Ramos

En la costa norte de la provincia de Sancti Spíritus se ubica un penicayo conocido como Cayo Caguanes que está limitado al sur por la ciénaga de Guayaberas. La cueva de Ramos pertenece a la caverna de las Pictografías, que está situada en el centro de cayo Caguanes. La pictografía se localiza sobre una cuchilla de la pared a una altura de 1.20 m del suelo estructural de la gruta y a 20 m de la dolina de entrada. El dibujo se orienta hacia el N y descansando en la pared S del salón. La grafía es de color negro con trazos que varían entre los 0.01 y 0.005 m. El diseño lo conforman dos círculos inclinados hacia la izquierda, de similares dimensiones, que rodean a unas circunferencias centrales ejecutadas a tinta llena, siendo la del extremo derecho de mayor diámetro. Ambas circunferencias se mantienen unidas por tres segmentos de recta paralelos.

Fig.3.- Pictografía en la que presumimos se hace alusión al pasaje mitológico de la creación del Sol y la Luna localizada en la Cueva de Ramos, Cayo Caguanes, Sancti Spíritus, Cuba.

 

Cueva de Ambrosio

La península de Hicacos se localiza en la costa norte de la provincia de Matanzas cerrando el bolsón que da forma a la importante bahía de Cárdenas. En la península se encuentra situada la loma de La Caseta en cuyo abrigo rocoso se abre la cueva de Ambrosio muy cerca de la playa de Varadero. En esta espelunca podemos localizar dos pictografías de similares características a las que venimos estudiando. La primera está localizada en el salón de La Dolina y la otra en la galería de acceso. Las pictografías dibujadas en negro están realizadas con un trazo uniforme de 0.01 m. En la primera se aprecian dos círculos inclinados hacia la izquierda de similares dimensiones, unidos en la porción central por un pequeño segmento de recta. El círculo de la derecha muestra en su interior un punto negro de 0.015 m de diámetro. Esta grafía - con orientación N - se ubica en la pared S contigua al salón de la Dolina a aproximadamente 4 m de ésta y a 0.90 m de altura del piso.

 

Fig. 4.- Pictografía en la que presumimos se hace alusión al pasaje mitológico de la creación del Sol y la Luna, localizada en la cueva de Ambrosio, Peí’nsula de Hicacos, Matanzas, Cuba.

 

La segunda, por su parte, está conformada por dos círculos de 0.07 m de diámetro dibujados inclinados hacia la izquierda; el diseño se localiza a 1.40 m sobre el nivel del suelo en el techo de la galería.

 

El mito aborigen en el registro rupestre.

El estudio minucioso de la mitología y las Crónicas de Indias, nos indican que los rituales y las ceremonias fueron la base ideológica de estas sociedades, lo cual al mismo tiempo queda demostrado con las imágenes modeladas en los objetos superestructurales de cerámica, hueso, madera y concha, por sólo citar algunos, en los que se han podido identificar algunos de sus númenes (Fernández R. y González J. B., 1998).

La mitología de los grupos agricultores - ceramistas estaba basada en un amplio panteón de cemíes, con jerarquías y roles muy bien definidos. Los cultos y las actividades ceremoniales fundamentales estuvieron ligadas a la llegada de las lluvias, las crecidas de las mareas, los períodos reproductivos de la fauna y la flora, la fertilidad de los campos y la reproducción social en su conjunto.

De esta forma estos fenómenos representaban un arcano indescifrable, pero perceptible para el hombre primitivo, el cual sólo a través de la magia podía dar respuesta a la indiscutible relación existente entre ellos y la posición que ocupa el sol en el firmamento en las distintas estaciones del año, así como la vinculación de los mismos con el ciclo lunar y cada una de sus faces en particular.

Somos del criterio, compartido por otros autores, de que los grupos que habitaron nuestro país practicaban el sistema de magia simpática y de contagio, por medio de acciones rituales (La Cohoba), que permiten la manipulación de lo numinoso por intermedio de sus símbolos, lo que les “permitía” dominar los designios de la naturaleza.

Debemos tener presente que la generalidad de los registros rupestres de la etapa de neolitización poseen una función fundamentalmente narrativa y anecdótica, amén de propiciatoria, topográfica y otras. En este sentido, los ornamentos y personajes representan símbolos, es decir son evocación y perpetuación de los conceptos ideológicos del grupo cultural en cuestión.

Nos parece oportuno que atendamos a la expresión Kairi, de los grupos del tronco lingüístico aruaco, para los que ésta significa luna, mes, marea. Por su parte Hádali - Híali significa el que se ha tornado brillante , es decir el Sol (López - Baralt, 1976; Arrom, J., 1985). Al mismo tiempo piensan los Guaraos que todas las mujeres son hijas de la luna y como la luna tiene a veces color sanguinolento, creen que la luna también derrama sangre, en alusión a los períodos menstruales (López - Baralt, 1976), que por demás, se repiten cíclicamente una vez al mes.

La falta de una explicación científica y naturalista sobre la muerte, fue la base para que se elaborara todo un complejo sistema ideológico donde la vida (representada entre otros por el Sol) y la muerte (la oscuridad asociada a la noche y representada por la luna) formaron una unidad básica. Los dos mejores exponentes de esta unidad son precisamente los dos personajes mitológicos que centran nuestra atención. Analizando la ideología de estos grupos culturales es fácil comprender que la misma se basaba en un mundo dual en que las antítesis (sol - luna, día - noche, hombre - mujer, vida - muerte, positivo - negativo (tabú)) jugaban un papel preponderante y regían la conducta social.

De esta forma El Sol es fuente de claridad, energía y vida y máximo exponente de la virilidad asociada a la fecundidad. Es, además, el creador de la naturaleza como ente impositor del orden y la ley, pues es el encargado de castigar a todos aquellos que osan burlar lo establecido (los tabúes) y las regulaciones sociales.

“... otro que se llama Yahubaba, que fue a recoger una hierba llamada digo, con la que se limpian el cuerpo cuando van a lavarse. Este salió antes de amanecer, y le cogió el sol por el camino y se convirtió en pájaro que canta en la mañana” (Arrom, J., 1985). De esta forma el papel del personaje creador del universo, como en otras culturas indoamericanas, le corresponde al sol.

Queremos apuntar este último pasaje mitológico por la transcendencia que tiene al definir el supuesto origen de estos grupos humanos y la importancia que para ellos tenían los antros cavernarios “De Cacibajagua salió la mayor parte de la gente que pobló la isla. ....encomendando este cuidado a uno que se llama Mácocael; el cual, porque un día tardó en volver a la puerta, dicen que se lo llevó el Sol. Visto, pues, que el Sol se había llevado a éste por su mala guardia, le cerraron la puerta; y así fue transformado en piedra cerca de la puerta” (Arrom J.; 1985).

En sentido opuesto La Luna, silenciosa compañera de la oscuridad y las tinieblas, cómplice de los malos actos, de la violación de los tabúes y las regulaciones establecidas por la sociedad, permanece presente y misteriosa en el lugar y el espacio en el cual deambulaban libremente los muertos (opias).

A continuación vamos a comentar un relato, del Caribe Insular y Continental, que pone de manifiesto la relación de la luna con acciones indignas merecedoras del más enérgico reproche: según el mito Barasana de la Amazonía continental, se explican las manchas de la Luna como resultado de que se acostaba con su hermana, quien no sabía quien era el que se venía por las noches a estar con ella, por lo que una noche se mojó en tinta negra y le dejó la cara manchada para reconocerlo al otro día (López - Baralt, 1976).

No menos importante resulta un pasaje apuntado por Pané, de las creencias de los pobladores del Caribe Insular “Y también dicen que el sol y la luna salieron de una cueva, que está en el país de un cacique llamado Mautiatihuel, la cual se llama Iguanaboina, y ellos la tienen en mucha estimación, y la tienen toda pintada a su modo, sin figura alguna, con muchos follajes y otras cosas semejantes” (Arrom, J., 1985).

Sin lugar a dudas la mitología es la forma de expresión y por consiguiente el reflejo del pensamiento ideológico de los pueblos; de esta manera, con los ejemplos ya expuestos, ha quedado evidenciada la transcendencia concedida al Sol y la Luna en la cosmovisión de los primeros pobladores cubanos lo que motivó su interés en perpetuar las imágenes que aparecen asociadas.

 

El diseño rupestrológico como clave semántica.

Para los entendidos, la imagen a que nos estamos refiriendo no es ajena, pues ha sido descrita en la bibliografía bajo la denominación de figuras espejueliformes “figura semejante a las armaduras de unas gafas, que están formadas por dos círculos, unidos a veces por una o dos rectas” (Núñez Jiménez, A., 1975, 1986; Romero Emperador, A., 1997).

En el trabajo que sometemos a su consideración, que es continuación de la investigación que venimos desarrollando por más de 6 años (González J. B. y Fernández R., 1995; Fernández R. y González J. B., 1998), proponemos establecer formas de análisis que permitan superar los límites de los estudios meramente descriptivos en el contexto de ideas estéticas y se considere a los registros gráficos del arte parietal como una fuente de información antropológica.

Detengámonos a observar la pictografía de la cueva Las Mercedes, este sugerente diseño nos acerca a las imágenes de dos de los astros más importantes del sistema solar y sin temor a equivocarnos diremos que en esta aparecen representados el astro rey que, con una cadena de cuatro triángulos con los vértices dirigidos hacia el firmamento evoca a los dís soleados (llenos de vida); por otra parte, el segundo rostro pudiera invocar la imagen de la luna, inseparable compañera del Sol en la bóveda celeste y personificación de las tinieblas (la noche oscura).

Si al mismo tiempo realizamos la misma operación con las restantes grafías y analizamos toda la información correspondiente que nos permita definir los substratos de ejecución, la técnica de realización, la ubicación en los espacios cavernarios, etc., podríamos llegar a las siguientes consideraciones que apuntan hacia una uniformidad de ejecución que presumiblemente no es casual:

En primer lugar todas se encuentran ejecutadas en las áreas de las cuevas iluminadas o de semipenumbra (a excepción de la grafía de Las Mercedes) son las primeras que aparecen en el área anexa a la dolina o, en última instancia, son de las más cercanas a ésta. En segundo lu gar, los pictogramas hasta el presente son ejecutados con pigmento negro fundamentalmente, comprobándose que siempre estos registros aparecen ejecutados en la pared S de la cueva.

 

Fig. 5.- Este diseño y sus múltiples variantes permiten identificar, sin lugar a dudas, la imagen del astro rey y la luna, aœn cuando desaparecen los rasgos más reconocibles de sus figuras.

 

Como tercera acotación, estableceremos que para la ejecución de todos los diseños el artista no tuvo preferencia, aparentemente, por el soporte, pues aparecen lo mismo sobre la pared estructural de la cueva que en el techo de la misma, aunque nunca sobre una formación secundaria. La cuarta y última está referida con el hecho de que siempre están de forma horizontal o inclinadas sobre el lado izquierdo.

Este importante conjunto de factores nos inclinan a pensar en la homogeneidad del concepto y la identidad del símbolo, de forma tal que el aborigen empleó más el diseño de la línea doble o sencilla rematadas por círculos en ambos extremos, que en ocasiones muestran un punto en su interior, como un código fácil de identificación del sol y la luna; logrando así de esta manera un excelente diseño geométrico con el cual se hace énfasis en los cuerpos de ambos astros celestes y en su unión mítica.

Este diseño y sus múltiples variantes permiten la identificación antes planteada, aún cuando desaparecen los rasgos más reconocibles de sus figuras; lo que pone en evidencia la definida tendencia hacia el abandono del diseño figurativo para dar paso al geometrismo abstracto. En este sentido el carácter polisemántico y plurifuncional de las imágenes se expresa a plenitud en el plano artístico como una unidad de contenido simbólico - utilitaria.

 

Estaciones con diseños similares en el Caribe Insular y Continental.

Lamentablemente de las estaciones rupestres del Caribe Insular y Continental, a que nos referiremos, no disponemos de toda la información que nos permita definir los substratos de ejecución, ubicación en los espacios cavernarios, técnica de elaboración, etc. lo cual nos ayudaría sobre manera para el análisis. En la gruta conocida bajo el nombre de Siribana, en el poblado de Santa Cruz, de la Isla de Aruba perteneciente a las Antillas Menores, se han identificado un número importante de petroglifos con diversas figuras entre las que se encuentra la imagen que nos ocupa (Núñez Jiménez, A., 1986).

 

Fig. 6.- Petroglifo en el que presumimos se hace alusión a los pasajes mitológicos de la creación del Sol y la Luna y su importancia en la cosmovisión aborigen. Localizado en la cueva de Siribana, Santa Cruz, Isla de Aruba.

 

 

Hasta el presente es en la República de Venezuela donde hemos logrado identificar el mayor número de estaciones rupestres con este elemento. El sitio venezolano denominado El Cerro o la subida de los Apios, en el vecindario de Vigirima, estado Carabobo, (Padilla Saul, 1956), muestra un interesante mural petroglífico con motivos antropomorfos y geométricos entre los que se ubica un par de círculos con puntos centrales unidos por un segmento de recta.

Fig. 7.- Petroglifo en la que presumimos se hace alusión al pasaje mitológico de la creación del Sol y la Luna y su importancia en la cosmovisión aborigen. Estación el Cerro o la Subida de los apios, Virigima, Estado de Carabobo, Venezuela.

 

Nos parece oportuno significar, que en el área continental el grafema sufre el cambio de aumento del número de los segmentos paralelos limitados por círculos sencillos o con un punto central y que estos últimos, en algunas ocasiones, llegan a formar círculos concéntricos (lo que en alguna medida nos remite al diseño de la Cueva de Ramos).

De la misma forma las pictografías en esta región son ejecutadas mediante la aplicación de un colorante rojo al contrario de lo que ocurre en la zona insular; probablemente motivado por los cambios propios de la adaptación humana al medio ambiente.

Este es el caso de la denominada Susudé Inava, a orillas del río Parguaza, en el estado Bolívar, donde se han localizado pictografías en blanco y rojo algunas de las cuales muestran los círculos concéntricos unidos por varias líneas paralelas. En esta ocasión la grafía esta prácticamente en posición vertical (Núñez Jiménez, A., 1959).

Fig. 8.- Pictografía en la que presumimos se hace alusión al pasaje mitológico de la creación del Sol y la Luna y su importancia en la cosmovisión aborigen. Santuario de Facatativá, departamento de Cundinamarca, Colombia.

 

Conclusiones.

Hasta el presente los diseños están ejecutados con pigmento negro fundamentalmente y aparentemente el artista no tuvo preferencia por el soporte pues aparecen lo mismo sobre la pared estructural de la cueva que en el techo de la misma, pero nunca sobre una formación secundaria. Siempre están de forma horizontal o inclinadas sobre el lado izquierdo, excepto en cueva Ambrosio que hasta el momento es donde único se han localizado dos pictografías, con este diseño, una de las cuales se encuentra en posición inclinada pero prácticamente vertical.

Como ya hemos expresado las cuevas Las Mercedes, Ramos y Ambrosio presentan dolinas de disolución y desplome, encontrándose las pictografías en las áreas iluminadas o de semipenumbra (a excepción de la Cueva de Las Mercedes). Las grafías en la generalidad de los casos son las primeras que aparecen en el área anexa a la dolina o, en œltima instancia, son de las más cercanas a ésta. De la misma forma hemos comprobado que siempre estos registros aparecen ejecutados en la pared S de la cueva.

El aborigen empleó más el diseño de la línea doble o sencilla rematadas por círculos, en ambos extremos, que en ocasiones muestran un punto en su interior, como un código fácil de identificación del sol y la luna; logrando así de esta manera un excelente diseño geométrico, de estos dos, con el cual se hace énfasis en los cuerpos de ambos astros celestes y en su unión mítica.

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Cómo citar este artículo:

FERNANDEZ O., Racso y GONZALEZ T. Jose. El mito del sol y la luna en el arte rupestre de las cuevas de Cuba. En Rupestre/web, https://rupestreweb.tripod.com/fernandez.html

2001

 

 

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3- Fernández Racso y González José B., (1998): “El enigma de los petroglifos aborigenes de Cuba y el Caribe Insular”, Editorial José Martí La Habana, Cuba, (en prensa).

4- Gonzalez Jose B. y Fernandez Racso, (2000): “El arte rupestre en el extremo oriental de Cuba”, Revista de Arqueología de Española, Madrid, España, (en prensa).

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12- Toledo P., María y Molina Luis F., (1987): “Nuevas localidades de arte rupestre en el estado Lara, Región Centro - Occidental de Venezuela”. Actas del VIII Simposio Internacional de Arte Rupestre Americano.

 


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